Hemos asistido en las últimas 96 horas a dos acontecimientos delicados en la vida institucional de 2 países socios y amigos, el paro convocado por las 2 principales centrales obreras Españolas; y el intento de destituir a Rafael Correa en Ecuador, por un grupo de su aparato militar, enardecido por una rebaja en sus prebendas salariales.
En el caso Español, el paro trajo violencia callejera en Barcelona, Madrid y Valencia; se reportaron un número de cien detenidos por incitaciones a la policía, destrozos en vidrios y algunos incendios de automóviles provocados por los manifestantes; el motivo de la protesta, una reforma laboral aprobada por su parlamento desde junio pasado, que los trabajadores Españoles consideran regresiva y que de todas maneras no logra bajar su tasa de desempleo que se encuentra en el 20.5% cifra proporcionada por Eurostat el 31 de agosto pasado.
En el caso Ecuatoriano, una reforma aprobada para modificar algunos incentivos económicos a la policía y cuerpos de seguridad, catalizó el descontento de una parte de la población; el resultado 8 muertos y el presidente retenido por 10 horas en un hospital policial y luego rescatado por los militares respetuosos del orden constitucional.
Dos situaciones económicas que afectan la gobernabilidad en niveles diferentes de la sociedad. ¿Pero que es gobernabilidad? Es otro anglicismo derivado de “governance” o “good governance” al que se le ha dificultado encontrar su sentido exacto en el español; pero que se enfocaría como gobernanza que es: Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional, promoviendo un sano equilibrio entre el estado, la sociedad civil y el mercado de la economía. Para las democracias modernas esta fórmula mágica que equilibre al estado, la sociedad civil y el mercado se ha convertido en un galimatías; pues la crisis económica mundial que ha perjudicado a todos, como un castillo de naipes ha ido arrastrando a países grandes y chicos en este torbellino de prácticas de recortes sociales y de austeridad en inversión.
En Colombia no nos hemos sustraído a este escenario mundial; y no lo debemos tomar tan a la ligera, el presidente Santos se nota que así lo ha entendido y su ministro de hacienda aun más, el punto es contar con el apoyo del congreso en pleno. ¿Entenderán nuestros antipáticos padres de la patria el álgido momento por el que atravesamos? Las reformas de la ley de Tierras, la de Atención y Reparación Integral a las Victimas, la que Constituye el sistema General de Regalías para las Regiones, la Regla Fiscal, la Reforma al Sistema General de Seguridad Social en Salud; son leyes claves para mantener la gobernabilidad y alejar fantasmas populistas peligrosos para la integridad social y política del país.
En la medida que todas estas leyes entren en vigencia y aplicación sin esguinces le estaremos quitando gasolina al conflicto interno y a la violencia en general.
No hay comentarios:
Publicar un comentario