Fotografía pag web presidencia de Rusia
Una particularidad del actuar humano que me causa bastante
fastidio, es la insolente conducta de juzgar sin elementos de valoración de
pruebas o del estudio de los antecedentes que comprueban un hecho.
Y ante esta insana costumbre, intento desvirtuar los
infundios que se construyen con el fin
de perjudicar estados, instituciones, comunidades o hasta ciudadanos.
En este artículo procuraré de la mano de mi herramienta
favorita, la historia, argumentar como es el carácter del hombre ruso promedio;
pretendiendo contraponer mis razonamientos con las tesis que ilustran que el
estado ruso está gobernado por hombres ampliamente colonialista e imperialistas
Establezcamos que Rusia es el país con el mayor territorio en
el mundo, con una superficie de 17’ 075.400 kilómetros cuadrados y con costas
desde el Báltico hasta el mar de Bering en frente de Alaska. Posee fronteras
con 16 países, y los Montes Urales son la frontera que divide la Rusia europea
de la parte asiática.
A partir de este
apartado, intentaré demostrar que a través de su historia en pocas ocasiones ha
personificado el interés de expandir sus fronteras, salvo cuando al defenderse ha
impuesto a sus agresores la entrega de territorio como parte del pago por los
daños causados.
En el año 879 de nuestra era se forma el estado de Rusia
antiguo, que se denominó Rusia de Kiev* bajo el gobierno de Oleg el sabio. En
el año 957 se abraza la fe cristiana cuando su regente “La Enérgica Olga” se
bautiza en Constantinopla y luego en el 959 se pide al emperador Otón I del
sacro imperio Romano Germánico que envié un obispo y varios sacerdotes en
propiedad.
Al mismo tiempo que discurrían estos hechos, pueblos
germánicos con ascendente vikingo, se fueron mezclando con los eslavos orientales
que era la etnia que habitaba en Ucrania, para establecer al grupo denominado
hoy en día como rusos blancos.
En este punto debo incluir una referencia sobre el misticismo
religioso ruso, que el filósofo Marcelo
López Cambronero hace en alusión sobre dos aspectos fundamentales en el alma de
la espiritualidad rusa, mencionados desde la época de Vladimir el santo a
finales del siglo X; la luz y los iconos.
Con ello se establece la tendencia de como la luz es la consciencia del
encuentro con Cristo instaurada en el corazón; iniciativa que desconoce los
estudios teológicos occidentales porque son engaños de la razón que no conducen
a la verdadera sabiduría. Corroborando ya desde aquellas épocas como empieza el
rechazo al racionalismo occidental; aislando a esta civilización del resto de
Europa hasta la época de Pedro el Grande; predisposición que se ha sostenido
con una menor intensidad pero que se refleja en la desconfianza de los rusos
hacia Europa occidental y Estados Unidos, hasta la actualidad.
En el 1147 se fundó Moscú que se convierte en la capital del
principado de Moscovia.
En el 1237 Moscú es saqueado por Khan Batu, y esta dominación
Tártara se extenderá por 2 siglos y medio.
Entre los siglos XIV a XVI alrededor de Moscú se fue
centralizando el estado ruso, unificando todas las tierras del Noreste y
Noroeste de Rusia.
En el siglo XVII Rusia rechaza la intervención polaco-lituana
y sueca; a mediados de este siglo se unifica con Ucrania en un solo estado.
En 1682 asume el trono Pedro el Grande, a quien Voltaire
dedicará un estudio histórico extenso y profundo en donde admite su admiración
por al hábil político, el decidido guerrero e inteligente estudiante de muchas
artes y ciencias.
Desde 1697 hasta septiembre de 1698, el Zar visita Holanda,
Inglaterra y Austria.
En 1703 es fundada San Petersburgo por el Zar Pedro, en un 16 de mayo. Y después de derrotar al
rey Carlos XII de Suecia termina por obtener su preciada salida por el Báltico
entre 1709 y 1710.
Este Zar logra transformar
una sociedad medieval y la introduce en la modernidad de la Europa del
siglo XVIII.
Después de este hombre brillante, en la historia rusa se
destaca la figura de Catalina II a quien Voltaire bautizó como “La Grande”
siendo ella otra de las notables figuras políticas y militares de esta nación. Fundadora
de la base naval de Sebastopol en 1784 sede desde entonces de la marina de
guerra del mar negro, único puerto ruso que no se congela. Esta mujer logró
expulsar a los otomanos y reducir a los Tártaros para así permitir a sus ejércitos
contar con este enclave de la península de Crimea; centro de la actual disputa
rusa-ucraniana. Su gobierno terminó en 1796.
Es imposible pasar por alto al Zar Alejandro I por su
inquebrantable espíritu nacionalista propagado a su pueblo, permitiendo detener
la invasión napoleónica en 1812, utilizando un subterfugio que había sido usado
100 años antes contra el rey sueco Carlos XII, por el Zar Pedro el Grande y que
consistía de dejar tras de sí la tierra arrasada.
Como prueba de su poco interés expansionista, las anexiones
de territorio han venido sujetas a las expropiaciones que se les imponen a los
invasores, como botín de guerra a pagar por las agresiones y perjuicios que
cualquier guerra ocasiona. Ni aun el sanguinario Stalin, en el periodo de la
segunda guerra mundial, en la que participó obligado por la violación de los
alemanes a un pacto de no agresión y después de tener a media Europa bajo el
control de sus tropas; al final prefirió a través de gobiernos títeres mantener
el control sobre estas naciones, pero sin anexarlas a su país. Luego en los
finales del siglo XX, Mijail Gorbachov determinó terminar con la guerra fría y
el control sobre los países que conformaban el telón de acero, apartando al
mundo del desasosiego creado por la potencial guerra nuclear que se cernía como
amenaza.
Del análisis sobre las decisiones y actuaciones de todos
estos reconocidos personajes, y de las miles de anécdotas que abundan en los
relatos históricos que cubre mil años de existencia de la nación rusa, se
desprende que el alma del pueblo ruso es conservadora, practica, disciplinada,
estatista y poco ostentosa si se compara con las capitales y ciudades del resto
de Europa; Voltaire en su libro de historia sobre el periodo de Pedro el Grande
registraba con desilusión, la pobreza de la arquitectura de Moscú y el atraso
de ciudades y pueblos; además de su corta ascendencia en la historia en
comparación a Londres fundada en el 43 A.C. de Paris fundada en el 451 D.C. o Roma
y Atenas.
Finalmente Boris Yeltsin, Dimitri Medvedev y Vladimir Putin
que son sus últimos gobernantes, han mantenido esa talante de solo intervenir
en los territorios que otrora pertenecieron a la antigua URSS; y esa es una actitud
de protegerse con un colchón territorial, al igual que lo hace Estados Unidos
con México Y Canadá, que no admitiría en esas naciones gobiernos contrarios al interés
norteamericano; tesis que documenta el politólogo chileno Manuel Luis RodríguezU.
Espero con esta semblanza establecida sobre los rusos, ayude
a entender los motivos por los que defienden la estabilidad de Ucrania más fiel
a ellos que al resto de occidente.
*Historia de Rusia relatada por Erdmann Hannisch en 2 tomos.
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