jueves, 24 de marzo de 2011

MALA PRENSA Y SENSACIONALISMO, EL BOTÍN DE LA FRIVOLIDAD

Debido al inmenso interés que despertó entre los lectores mi artículo anterior, en donde hablé de los excesos en la desinformación de la crisis nuclear en Japón, decidí escribir sobre un tema tan viejo como las comunicaciones entre los humanos, el sensacionalismo (El chisme impreso o digital), que hoy día calificamos como amarillismo o mala prensa.

El tratamiento de la información de manera parcial, escueta, sin mayor análisis de las fuentes o sesgada; con certeza que vende mucho entre el público desprevenido e ignorante, pero no deja de ser un arma de doble filo que desprestigia sobre todo a los muy acreditados medios que recurren a ella sin miramientos. Y cito al blog Español “Mala Prensa” que se dedica a cazar gazapos de la prensa peninsular, en los que se desprestigia sin consideración alguna a personas e entidades con los consecuentes daños y perjuicios que estas prácticas generan.

Colombia lo sufrió por años, debido a que los corresponsales de prensa extranjera lo usaron en exceso, casi parecía que lo disfrutaban con una enfermiza mezcla de morbo y placer. De ahí que hubo que gastar millones de pesos en contratos con prestigiosas empresas de relaciones públicas y de divulgación en medios internacionales para defendernos de esta mala imagen. Para los ciudadanos de Europa y Norteamérica hasta hace unos diez años, Colombia era el paraíso de la coca y las guerrillas, gobernada por dictadores bananeros sin moral y educación; poblada por labriegos ignorantes distribuidos en villas y caseríos paupérrimos sin el menor asomo de desarrollo y tecnología; así que aventurarse a hacer turismo o negocios con gente de nuestro país, era cosa de valientes o de locos.

Claro a que este oscuro panorama habría que anexar a varios medios noticiosos de nuestro país que en el afán de ganar audiencia, se convirtieron en eco de toda la actividad sanguinaria y terrorista nacional. No hay necesidad de nombrarlos porque el país los conoce de sobra.

Los informes desde el Japón en donde los reportes sobre la energía nuclear, requerían del manejo perital de físicos e ingenieros y en las notas referentes a los niveles de contaminación radioactiva en donde se necesitaba de mucha claridad conceptual, los medios con algunas excepciones, dejaron entrever pobreza en la información con poco profesionalismo y especulación burda de problemas de complejo entendimiento y falta de respeto al lector o televidente.

En consecuencia esto me obliga a preguntar abiertamente a la opinión pública ¿Hasta dónde debemos permitir a los medios en general esta osadía de mala información? Como puede ser posible que se generaron documentos sobre las consecuencias de la radiactividad en Colombia o Pensilvania USA, que solo causan en la gente del común zozobra y temor.

Finalmente traslade la pregunta sobre qué opinan del sensacionalismo y el amarillismo a varios prestigiosos periodistas y blogueros y he aquí sus respuestas.

Julián Arévalo Bencardino, economista de la universidad Externado de Colombia y  doctor en Ciencias Políticas de la universidad de  Boston quien a través de sus académicos y agudos escritos en la revista Zero Horas y su blog Tren Al Sur, semanalmente nos informa sobre el acontecer político latinoamericano, se refirió así al tema, “Al hablar de amarillismo no se debe empezar por los típicos ejemplos de los medios sensacionalistas, sino por el comportamiento de la comunidad; en qué medida la sociedad, los consumidores, los empresarios y por consiguiente los medios son amarillistas. Es un nivel complejo que requiere de un profundo proceso de escrutinio por parte del público, que en general no se realiza. Sin embargo si se encuentran casos donde se da esta transformación y el resultado son medios menos sensacionalistas.

Irma Londoño Arango, comunicadora social y periodista de la Universidad externado de Colombia, escritora de los blogs Photojournalist; HandMade-Hecho a Mano, y exiliada en Estados Unidos comento, “El amarillismo o sensacionalismo es una forma de hacer periodismo para crear una serie de sensaciones o reacciones que despierten fuertes sentimientos en el individuo que recibe el mensaje. Des-afortunadamente esta práctica es adoptada por muchos medios de comunicación porque es lo que más vende, y esta clase de noticias atraen más público. Una noticia de un asesinato se puede informar seriamente, solo dando el parte oficial del caso. Un escándalo amoroso de un político también se presta para manejarlo seriamente, o darle un cubrimiento sensacionalista lo que atrae más audiencia y por ende se venda más la pauta publicitaria. Lastimosamente algunos medios, faltando a la ética y por defender sus ideas políticas o los intereses económicos del grupo económico al que pertenecen, dan informaciones falsas o manipuladas y eso es un abuso hacia la audiencia a la que miran como ingenua e ignorante. El sensacionalismo está presente en los medios y le gusta a la gente; lo importante es no llegar al punto de mentir y perder la credibilidad, porque es lo más grave que le puede pasar a un medio o a un periodista.

Héctor Fabio Cardona Gutiérrez, comunicador y periodista de la universidad de la Sabana, con máster en investigación de la comunicación de la universidad Leicester U.K. y subdirector de NTN24 Horas argumentó, “Creo que son dos vertientes del mismo mal ético del periodismo, dirigidas, exclusivamente, al manejo y manipulación de audiencias. A parte de otros problemas morales del periodismo masivo, el amarillismo y el sensacionalismo son dos formas similares de selección y orientación de los mensajes. El primero establece la agenda informativa y la exacerba en función de los temas considerados como íntimos, sexuales, privados, relacionados con desviaciones o casos considerados como aberrantes y escandalosos. Explota las fobias, conceptos errados, malas interpretaciones y situaciones violentas en la vida íntima y en los casos judiciales que las revelan. El segundo es una forma similar mas amplia. Se dirige a seleccionar de la vida social, económica, cultural y política, aquellos hechos o noticias consideradas como escandalosos para el interés de una audiencia determinada. Cuando los hechos pueden despertar interpretaciones cercanas al morbo, a los prejuicios, a la persecución de presuntos culpables por razones de discriminación o fobia son seleccionados y destacados como la revelación noticiosa de la agenda informativa.” Para mis ambas manifestaciones tienen dos componentes que los determinan:

1- Que seleccionan este tipo de hechos y aseguran que son importantes y muy relevantes para la sociedad, con una falsa premisa de interés ciudadano.

2- Que se escudan en que supuestamente el mercado está interesado en ese producto y en los principios de libertad de información y de pensamiento para adelantar un negocio consciente de manipulación de agenda.

Juan Carlos Acebedo Restrepo, comunicador y periodista de la universidad de Antioquia, con máster en historia de la universidad Nacional de Colombia y catedrático de la universidad Sur Colombiana expresó esta opinión, “Me pides una opinión sobre el sensacionalismo de los medios periodísticos. Es un asunto importante y a la vez complejo. Lo primero que pienso es que los enfoques dualistas, simplistas, no ayudan a entender la cuestión. Por ejemplo, está muy extendida la idea de que se puede trazar una línea clarísima que demarque la prensa “seria” de la prensa amarillista. Pero eso no es tan sencillo, ni desde el punto de vista de la historia de la prensa moderna ni atendiendo a las realidades contemporáneas. Los historiadores de la prensa coinciden en que el término amarillismo se empleó por primera vez para referirse a un estilo periodístico que se hizo muy popular en los EE.UU al finalizar el siglo XIX y a comienzos del siglo XX. Grandes magnates de la prensa como Hearst y Pulitzer se trenzaron en una feroz competencia comercial por la masificación de los lectores de sus diarios, para lo cual apelaron a tácticas propias del sensacionalismo. Por lo tanto, las grandes empresas periodísticas norteamericanas del siglo XX, propietarios de los diarios serios o de referencia, en sus orígenes no fueron ajenas a las prácticas del periodismo amarillo. Y si observamos el panorama actual en Colombia, podemos advertir que uno de los noticieros de mayor rating de la televisión colombiana, Noticias RCN, hace ya tiempos que abre sus emisiones con un bloque extenso de noticias judiciales con nítido sabor amarillista. Por su parte, el noticiero de Caracol cada día quiere parecerse más al de la competencia en este aspecto, en vez de diferenciarse. En el fondo se compite por el rating y la audiencia, pues debido a complejos resortes psicológicos y de cultura, los televidentes se aficionan mucho a consumir estas historias truculentas. Asimismo, en las principales ciudades de Colombia hace varios años están circulando periódicos de tamaño tabloide, dirigidos a un público masivo y popular, que acude a muchas de los modos narrativos del sensacionalismo, y que se venden como pan caliente. Además de la competencia por elevar el número de lectores y con ello atraer la pauta publicitaria para estos sectores, la prensa sensacionalista cumple una importante función ideológica: distraer la atención del público de aquellos asuntos relevantes y decisivos de la realidad política, económica y social de un país, con lo cual se entorpece la formación de su conciencia crítica y se inhibe su participación en los asuntos comunes”.

Señores lectores, queda para su estudio la opinión de todos estos destacados profesionales, unida a la de este bloguero quien busca con estas líneas generar una reflexión de los excesos de los medios en el mundo contemporáneo.

2 comentarios:

  1. Carlos, tienes toda la razón sobre la Pobre Realidad del Periodismo, convertido en un coctel vulgar de morbo y sangre. Solo le agregaría un caso; el del Periodismo Pasivo y Dulce, que también es peligroso, puesto que por complacer ciertos intereses gubernamentales y/o económicos, callan sobre ciertos acontecimientos complicados. Ejemplo típico, los Noticieros de Canal Capital y la Administración de Samuel Moreno.

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  2. Pertinente publicación y reunión de esas opiniones para evaluar el fenómeno. Nos recuerda los medios que desinformar alejados de su deber ser, una mezcla entre afán, venta y facilismo. Tan sólo recordemos el manejo que se le dio al tema de la Gripa AH1N1, que sólo causó esa misma confusión y temor que hoy abunda con lo de Japón (Tratamiento similar a muchos otros temas). Pero qué esperar de medios que están en la dinámica de la empresa guiada por el capitalismo donde poco espacio hay para la profundidad, la contratación de expertos, pero si para la venta. Es el juego de la dinámica absurda de mercado mediático

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