AGOSTO 7 DE 2006 |
El 30 de mayo de 1999 y el 26 de septiembre de 2000, son dos fechas que tienen mucho en común; serán recordadas por muchos como los días de la infamia contra la sociedad civil en Cali y el Valle del Cauca; son las datas de los secuestros masivos en la Iglesia de La María y los restaurantes y fincas en las inmediaciones de los kilómetros 16 a 18 en la vía al mar (Carretera a Buenaventura) y para los que no conocen a Cali este lugar de la carretera tiene un excelente clima promedio de 16 grados contra los normales 26 a 28 de nuestra ciudad.
Todo este preámbulo para integrar a la discusión, como presionados en Cali por el andar violento de los grupos subversivos, sin pensarlo siquiera dos veces, nos acogimos al proyecto político del por entonces candidato a la presidencia del país, Álvaro Uribe Vélez; y en aquel 26 de mayo de 2002, yo como muchos electores depositamos en las urnas el voto ilusionados en las promesas de frenar a la guerrilla y disminuir los índices de corrupción. Recuerdo como en su discurso de posesión prometió dejar una profunda huella en nombre de los miembros de su generación para los futuros descendientes de la estirpe Colombiana.
En el 2006 sin dudar nuevamente sufrague para la reelección del presidente candidato, con el convencimiento que aun había mucha tarea por resolver y que un período de mandato de Uribe no era suficiente para enmendar una labor tan difícil de cumplir.
Siete años mas tarde y cuando los escándalos ya enturbiaban demasiado el discurrir del segundo período del mandato presidencial, empecé a sentirme defraudado con un hombre al que yo creía de un comportamiento probo e intolerante con las prácticas corruptas y el clientelismo de sus colaboradores. Ahora que en su calidad de ex presidente pretende darle el aval político, más el acompañamiento proselitista a los candidatos a alcaldías y gobernaciones del partido de la U. desearía yo, que el dejara la plaza pública y se dedicara a otros menesteres en donde cause menos impacto a la sociedad Colombiana; pues su comportamiento de los últimos 18 meses, difiere mucho del líder que admire y que lentamente se ha transformado en un espejo derechista del orate imperial venezolano; dedicado el señor Uribe a satanizar y a descalificar a todos aquellos que se atreven a discrepar de sus ideales y conceptos, logrando con su enérgico discurso polarizar aun más a esta pobre colectividad nacional.
Por tanto al igual que este gacetillero un sinnúmero de compatriotas nos encontramos muy decepcionados del otrora mesías, anhelando que cese su influjo en las decisiones del presidente en ejercicio y del congreso patrio: para así cerrar este capítulo de la vida nacional y poder construir otros episodios de la historia republicana de Colombia
El ex-presidente Uribe, es un animal mediático, que sabe más que nadie que Colombia es un país de titulares de prensa y de corta memoria..asi, con la complicidad de algunos medios, nos tuvo mas de ocho años mostrándonos lo que le convenia mostrar, nos contagió de su visión estrecha, parroquiana y novecentista del pais, vendiéndonos sus luchas y traumas personales como peleas y conflictos nacionales...Parodiando su estilo, les sugiero que revisen los 100 puntos de su Manifiesto Democrático, con los que hizo campaña en el 2002 y comparen hoy, tras ocho años cuantos cumplió...la cifra es ridiculamente baja!!. Solo se le pide que no venga aqui a MANDAR, cuando ya hay gente que quiere GOBERNAR..
ResponderEliminarSi Daniel Samper hizo el ejercicio de revisar los 100 puntos del manifiesto democrático hace 2 meses y medio en su columna del tiempo dominical del domingo 8 de agosto titulada "Uribe centímetro a centímetro" Y el resultado como el forista lo manifiesta es muy bajo. Interesante planteamiento el que dice como nos vendió sus traumas y peleas personales para convertirlas en una necesidad nacional. Agradezco su participación
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