El miércoles 11 de agosto, la comuna 13 de Medellín se convierte en un campo de batalla total, las autoridades tardan mas de seis horas para retomar el control total, se necesitaron de la intervención de todos los escuadrones SMAT de la ciudad; además de un batallón del ejercito, el CTI de la fiscalía y policías normales para dar más apoyo a la operación. El jueves 12, un carro bomba estalla en la carrera séptima con calle sesenta y siete en Bogotá, frente a las instalaciones de Caracol Radio.
Como todos esperan no voy a analizar o a opinar sobre ¿Quiénes o porque están? Atrás de estas encarnizadas muestras de violencia urbana total.
Quiero invitarlos es a reflexionar de cómo será el perfil y el origen de los seres humanos o personas que tienen la sangre fría y la falta de humanidad para guiar un carro bomba hasta un sector poblado, estacionarlo y abandonarlo para procurar lograr el mayor daño colateral; o de que jauría pueden salir los individuos que se tranzan en una batalla armada campal, dejando a 250 niños y niñas de una escuela en medio de este espiral de insensata virulencia; cual es el contorno psicológico de estos hombres y mujeres que no dudan en asesinar con sevicia malsana a cualesquiera que se les atraviese en su desenfrenada manera de actuar.
El pasado mes de julio, escribí 2 artículos haciendo referencia a estos problemas, pues en uno hablaba de los 4 conflictos mas álgidos que enfrenta desde ya nuestra sociedad del tercer milenio y en el otro expresaba las virtudes del ejercicio filantrópico contra la codicia, crónica esta en la que invite a mis lectores a colaborar con una fundación pequeña llamada María de los Apóstoles, que combate la violencia, la desigualdad y la exclusión, guiando a 125 madres preñadas entre una población de 100 mil habitantes del estrato 0, 1 y 2 de la comuna 18, en todo su proceso de gestación y alumbramiento; además de educarlas y asesorarlas para el desarrollo fisiológico normal e intelectual de estos jóvenes neonatos; lamentablemente las respuestas han sido mínimas; por lo tanto señores de ahí de estos miles de niños excluidos, desnutridos y sin ninguna educación germinan los hombres y mujeres que mas tarde sin ningún rigor moral empuñaran armas y conducirán vehículos que llegaran a atormentar nuestros superficiales e individualistas estilos de vivir para así en esos momentos sin ningún estupor nosotros invocar toda la solidaridad de la sociedad para recuperar nuestra tranquilidad. Como nos encanta darle la espalda a ayudar y colaborar con los conflictos sociales que desgarran nuestro tejido social. ¿Por qué nos quejamos y acongojamos? cuando un muchacho de 17 años asesina a un decano, economista connotado de una de las universidades locales; la solución esta en manos de todos, no es el presidente Santos, ni su ministro de Interior Vargas Lleras, ni el general Naranjo de la policía, ni los alcaldes locales, quienes tienen ellos solos la solución; tampoco nombrando más policías y soldados es que obtendremos el resultado de recuperar la tranquilidad; es simplemente despertar y darnos cuenta que un país con 8 millones de pobres con inanición es una tremenda bomba social y cada uno de nosotros tiene la inmensa responsabilidad de implementar el apoyo a las instituciones que pretenden disminuir todas estas semillas de intolerancia y desigualdad. Los invito a abandonar la insensibilidad, quejarse menos y comenzar a actuar
Como todos esperan no voy a analizar o a opinar sobre ¿Quiénes o porque están? Atrás de estas encarnizadas muestras de violencia urbana total.
Quiero invitarlos es a reflexionar de cómo será el perfil y el origen de los seres humanos o personas que tienen la sangre fría y la falta de humanidad para guiar un carro bomba hasta un sector poblado, estacionarlo y abandonarlo para procurar lograr el mayor daño colateral; o de que jauría pueden salir los individuos que se tranzan en una batalla armada campal, dejando a 250 niños y niñas de una escuela en medio de este espiral de insensata virulencia; cual es el contorno psicológico de estos hombres y mujeres que no dudan en asesinar con sevicia malsana a cualesquiera que se les atraviese en su desenfrenada manera de actuar.
El pasado mes de julio, escribí 2 artículos haciendo referencia a estos problemas, pues en uno hablaba de los 4 conflictos mas álgidos que enfrenta desde ya nuestra sociedad del tercer milenio y en el otro expresaba las virtudes del ejercicio filantrópico contra la codicia, crónica esta en la que invite a mis lectores a colaborar con una fundación pequeña llamada María de los Apóstoles, que combate la violencia, la desigualdad y la exclusión, guiando a 125 madres preñadas entre una población de 100 mil habitantes del estrato 0, 1 y 2 de la comuna 18, en todo su proceso de gestación y alumbramiento; además de educarlas y asesorarlas para el desarrollo fisiológico normal e intelectual de estos jóvenes neonatos; lamentablemente las respuestas han sido mínimas; por lo tanto señores de ahí de estos miles de niños excluidos, desnutridos y sin ninguna educación germinan los hombres y mujeres que mas tarde sin ningún rigor moral empuñaran armas y conducirán vehículos que llegaran a atormentar nuestros superficiales e individualistas estilos de vivir para así en esos momentos sin ningún estupor nosotros invocar toda la solidaridad de la sociedad para recuperar nuestra tranquilidad. Como nos encanta darle la espalda a ayudar y colaborar con los conflictos sociales que desgarran nuestro tejido social. ¿Por qué nos quejamos y acongojamos? cuando un muchacho de 17 años asesina a un decano, economista connotado de una de las universidades locales; la solución esta en manos de todos, no es el presidente Santos, ni su ministro de Interior Vargas Lleras, ni el general Naranjo de la policía, ni los alcaldes locales, quienes tienen ellos solos la solución; tampoco nombrando más policías y soldados es que obtendremos el resultado de recuperar la tranquilidad; es simplemente despertar y darnos cuenta que un país con 8 millones de pobres con inanición es una tremenda bomba social y cada uno de nosotros tiene la inmensa responsabilidad de implementar el apoyo a las instituciones que pretenden disminuir todas estas semillas de intolerancia y desigualdad. Los invito a abandonar la insensibilidad, quejarse menos y comenzar a actuar
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