SARAH PALIN Y LA CONGRESISTA GIFFORDS |
Lo grave del asunto es que no es un hecho aislado y mucho menos exclusivo de la sociedad Norteamericana; en una excelente nota de Jonathan Freedland en el periódico Británico The Guardian, se hace el análisis al candente asunto y se establece la referencia a como en el Reino Unido también se ha aplicado esta equivocada táctica.
Obviamente en Colombia no hemos sido ajenos a esta epidemia y tenemos en nuestro expresidente Uribe y sus mas inmediatos defensores la típica imagen de esta estrategia. En nuestro país han sido víctimas de este proceder periodistas e investigadores como Daniel Coronel, Daniel Samper Ospina, Hollman Morris, Ramiro Bejarano, el padre Javier Giraldo y políticos como Piedad Córdova, Gustavo Petro, Rafael Pardo y otros quienes han sido señalados como terroristas, o narcotraficantes o bufones y auxiliadores del terrorismo.
Toda esta retórica no hace más que encender pasiones, odios y peligrosas actitudes en ciudadanos incultos y fanáticos políticos que siguen una determinada causa, para los cuales las personas señaladas por sus referentes partidistas, se convierten en objetivos de insultos, amenazas o en el peor de los casos de atentados contra su integridad como el tema inicial que nos ocupa hoy.
Naturalmente todos los analistas políticos estarán haciendo comentarios y estudios minuciosos sobre los propósitos y resultados que genera para los políticos este tipo de maniobras.
Pero los ciudadanos comunes nos preguntamos si la pequeña niña de 9 años víctima del episodio de Tucson es la respuesta correcta a la instigación verbal virulenta de los servidores públicos en contienda.
Recordemos episodios de nuestra historia, como los acontecidos en Bogotá el 9 de abril de 1948, con el crimen de Gaitán producto de la exacerbación de la gente por los contradictores del candidato liberal disidente, que generaron la violencia de la que aun no terminamos de recuperarnos, reafirmando el hecho de que no hay justificación alguna para el uso de estas estratagemas.
Los crímenes de los seguidores de la Up y la persecución de los defensores de los derechos humanos siguen siendo parte de las funestas consecuencias que la polarización generada en el exceso verbal, traen como consecuencias a la tranquilidad y convivencia del país.
Nuevamente sería bueno, que nuestros emblemáticos representantes públicos hicieran un alto en el camino y haciendo reflexión y contrición sobre sus excesos y los resultados agobiantes de los mismos, cambiaran su estilo por el de la comparación de ideas e ideologías dejando de lado el pugilato.
Sarah Palin se apega a sus armas después del tiroteos de Arizona y acusa a sus críticos de "libelo de sangre" No cesa la mayor instigadora en la retórica violenta en seguir exacerbando ánimos.
ResponderEliminarhttp://www.guardian.co.uk/world/2011/jan/12/sarah-palin-blood-libel-arizona
Buen artículo. Ejemplos pertinentes y directo al punto. No se puede seguir aceptando discursos incendiarios y después preguntarnos por qué pasan tragedias. Una posición de poder también implica responsabilidades como dar ejemplo de civilidad y de una discusión política con altura.
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