HUGO CHÁVEZ FRÍAS |
El primer gran personaje de la historia que alcanza este calificativo es el poderoso Alejandro Magno (356-323 A.c) al que se le definió en su época como el dios/héroe, así las esperanzas de la población eran puestas en este caudillo todopoderoso, cuyos favores en esencia resultaban más valiosos que las ilusiones que se limitaban a generar los dioses abstractos o etéreos.
En el transcurrir histórico en todo el mundo antiguo del primer milenio y subsiguientes años hasta la época Napoleónica, innumerables hombres se disputaron los honores de trascender con su desmesurada necesidad de instalarse indefinidamente en sus tronos o asientos de poder. Pero siempre algunos han sobresalido por encima de otros y es el caso del gran militar Corso Napoleón Bonaparte, este hombre pequeño y bajo, musculoso y seco todavía a los 30 años; al que si le contrariaban se le despertaba una gran cólera, tenía la atención siempre despierta ante los hechos y las ideas, clasificando todo sin dificultad en su gran memoria, poseía gran imaginación e iluminación repentinas comparables a los del matemático o el poeta. Luego tenemos a Adolfo Hitler a quien se reconocía como rencoroso, con baja tolerancia a la crítica, tendencia a menospreciar a las personas y de buscar venganza.
Todos sin excepción han sufrido de megalomanía o delirio de grandeza y para tener un ejemplo bien actual, estimados lectores visualicen a Hugo Chávez Frías o a nuestro ex presidente; además en conjunto poseen personalidades mesiánicas por lo que creen que cumplen una justa misión y la utilizan como pretexto y bandera para exacerbar el nacionalismo y el patrioterismo que llevados a su máxima desproporción sustituyen el reino de Dios por el reino político.
También se aprovechan de su capacidad de oratoria que los hace parecer que siempre dicen la verdad o son creíbles, ya que las personas están más dispuestas a seguir a alguien si pueden creer lo que esa persona dice y hace.
Finalmente en su ocaso tienden a establecer demasiadas restricciones en la libertad de actuación de sus subordinados; como cortapisas a la libertad de información, descalificación de sus contradictores, tildándolos de contra reformistas o de terroristas y permitiendo a su grupo inmediato de cómplices y lacayos a abusar sin control del poder.
Les dejo las semejanzas de personalidad y las conclusiones a cada uno de quienes me siguen con la lectura, las mías son muy claras por eso me animé a narrar sobre estos personajes de la historia antigua y contemporánea.
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