jueves, 21 de julio de 2011

PRIVATIZACIONES RAZONAMIENTOS Y REFERENCIAS QUE NO SE AGOTAN

EMPRESA TELÉFONOS DE BOGOTÁ
La semana anterior fuimos sorprendidos en la ciudad de Cali, con la noticia de que se abría una puerta de negociación entre ETB y EMCALI telecomunicaciones para establecer una alianza estratégica, lo que evitaría la enajenación a un privado de la empresa de teléfonos caleña.

Por otra parte la venta de ETB, que viene en disputa desde hace varios años, nuevamente ha estado en la escena pública gracias al cambio de alcalde en Bogotá; la nueva alcaldesa Clara López objetó el plan de venta establecido desde el concejo y avalado por el suspendido alcalde Samuel Moreno.

La tesis de las privatizaciones, que fue una medida ampliamente impulsada por el gobierno central anterior, permitió la venta de importantes activos nacionales bajo la bandera de la administración deficiente y los excesivos desmanes sindicales. Y es el ejemplo clásico del enfrentamiento a nivel mundial de dos escuelas económicas opuestas al extremo, el liberalismo económico de Adam Smith asociado con el Neoliberalismo de Milton Friedman (gestor de la escuela de Chicago) en contra del intervencionismo estatal de John Keynes, resumido en el simple concepto de privatizar o estatalizar en gran medida la producción de bienes y servicios.

La observación de lo acontecido en América Latina con el proceso privatizador o el modelo contrario, impulsado en la actualidad en Venezuela, son perversos cuando se fomentan al extremo; hay algunos servicios que por seguridad nacional y su mismo carácter de básicos para el bienestar general, deben permanecer bajo el control estatal, y existe la producción de otros bienes, en donde la regulación y el control privado o la búsqueda de la optimización de la productividad y las utilidades son tan importantes como el confort de la población; pero para todas estas consideraciones habrá más tiempo y espacio, por ahora consideremos el asunto de ETB y EMCALI.

El argumento del desafuero sindical, ampliamente difundido por los medios locales y nacionales, ha sido el mejor método de persuadir a la opinión pública en general (entre los que me incluyo) para consentir los procesos de entrega de la explotación de estos bienes públicos a la empresa privada.

Debido a esta premisa, es importante que los grupos sindicales que aun pueden ayudar a determinar el futuro de las empresas que todavía no han sido vendidas, recapaciten en sus pretensiones y reconozcan que ante perder todo es mejor ceder un poco, para que sus aparentes excesos no sean más la bandera que usan los líderes y políticos privatizadores; porque de no meditar en estos ajustes los sindicatos seguirán siendo usados como el caballo de batalla a aprovechar para seguir alimentando la idea a los ciudadanos del común en el favorecimiento de la venta de estos bienes públicos.

Desde ahora me propongo iniciar un estudio e investigación más profunda entre los beneficios y los perjuicios que subsisten de perpetuarse el control oficial sobre las empresas de servicios públicos domiciliarios, pues EMCALI completa 11 años de intervención por la Superintendencia de Servicios Públicos, sin avizorarse su devolución a las autoridades municipales, permitiendo su desvalorización, pérdida de competitividad y el declinamiento tecnológico.

Por lo pronto a partir de los documentos que he leído, comentaré que en el caso de ETB se percibe una sucia maniobra para vender la empresa, por la simple codicia de quienes recibirán algún beneficio con la enajenación de la empresa, pues su balance le permite aun conservar la prestigiosa calificación triple A de inversión, otorgada por las famosas casas de medición de riesgo Norte Americano, lo que se traduce en la alta solidez de la empresa y su posibilidad de endeudamiento sin el menor problema para resolver y agilizar su ensanche y modernización tecnológica.

Cierro con la conclusión que para EMCATEL, sería la mejor de las decisiones agruparse con la empresa capitalina, para no tener que abandonar su espíritu y filosofía de empresa estatal

2 comentarios:

  1. Una solución sería la inyección de capital público y privado, sin que implique la renuncia al carácter de entidad pública de este tipo de empresas, pero sé que esto es difícil por cuanto hay un carácter guerrerista entre los sindicatos, en ciertos casos ávidos de poder, y los políticos, en ciertos casos ávidos de dinero....

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  2. La tesis de que las empresas de servicios públicos de carácter estatal son ineficientes per se y solo podrán desplegar sus potencialidades en manos de inversionistas privados, es uno de los dogmas aparentemente irrebatibles del fundamentalismo neoliberal que se extendió por todo el orbe y por América Latina con especial furor en la década de los noventa del siglo anterior. Con esta divisa, empresas públicas que se habían construido tras décadas de esfuerzos de sus trabajadores y de los usuarios, pasaron a manos privadas a precio de remate, para luego ofrecer cuantiosas utilidades a sus nuevos dueños.

    En la mayor parte de los casos, se esgrimió el argumento de que la empresa estaba en bancarrota, o en declive, y que por tanto lo más sensato era vender a precio de huevo. Un político huilense fallecido en violentas circunstancias, Jaime Lozada, mientras fue gobernador privatizó la Represa de Betania ( que vendió a los chilenos, lo cuales a su vez le vendieron a los españoles de Emgesa, que ahora se empeñan en construir el proyecto Hidroeléctrico El Quimbo contra el sentir de muchos huilenses). Lozada también le vendió a particulares La Empresa Licorera del Huila, y curiosamente los compradores fueron él mismo y sus socios. Cuando se rumoró que iba a aspirar a una segunda elección para gobernador, el humor negro opita puso a correr la especie de que en esta ocasión su programa consistía en completar la tarea privatizadora iniciada: ahora vendería a particulares el desierto de La Tatacoa y el parque arqueológico de San Agustín, que era lo poquito que aún le quedaba a los huilenses como patrimonio colectivo.

    ¿Si las empresas de servicios públicos de Bogotá y Cali fueran tan mal negocio, porqué resultan siempre inversionistas interesados en comprarlas? No será para perder dinero, diría perogrullo.
    Juan Carlos Acebedo

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