miércoles, 1 de febrero de 2012

EL RADICALISMO TRAS EL PALACIO DE JUSTICIA


 Belisario Betancur y Álvaro Uribe
Fotografía pagina d ela presidencia de Colombia
Gracias a la ratificación de la condena contra el coronel Plazas Vega, el país ha entrado nuevamente en una fútil discusión sobre los tecnicismos legales, las pruebas, testimonios, motivos y argumentos de las condenas contra los actores de esta insensata toma y retoma del palacio de Justicia en Bogotá en el año de 1985.

Fútil pues el debate solo polariza aun más a la población por entero, sin que se llegue a ninguna conclusión final; inútil porque hay otros actores involucrados, que aun conociendo toda la verdad de los acontecimientos callan de manera cínica y vergonzosa;  improductiva porque está de por medio un proceso de desmovilización e indulto con un grupo guerrillero que de anularse proyectaría un mal precedente  para futuras negociaciones de paz con otros actores armados.

Vano porque no devolverá la vida a los asesinados o ajusticiados y desaparecidos, solo podrá traer consuelo a los deudos si ellos finalmente entierran a sus muertos.

Pero lo más grave de todo es que visualiza nuestra incomprensión de cómo se construye la paz tras décadas de conflicto interno.

Desde las tribunas de opinión, las redes sociales, los comentarios en los foros de los periódicos virtuales, solo se destila pasión, la incomprensión y el odio de lado y lado del espectro político.

Lo que comprueba nuevamente que somos un colectivo sediento de venganza y sangre, inmaduro para alcanzar el final de las hostilidades.

Lo único que rescato de toda esta oscura opereta es el llamado a rendir cuentas ante un tribunal serio, a uno de los actores principales, el expresidente Belisario Betancur Cuartas; de ahí que la clase política haya puesto el grito en el cielo, esgrimiendo toda suerte de imprecisiones jurídicas cometidas por el tribunal superior de Bogotá, seguramente ciertas, pero que sin duda muestran el gran temor a que una corte ecuánime juzgue a uno de los suyos.

Hoy he leído que a los militares implicados en la retoma, cuando se negocio el indulto con el M-19, se les negó tal posibilidad, aun es posible corregir este mayúsculo error, solo habría que exigir que con la caballerosidad y la hombría que implica portar el uniforme de nuestras fuerzas armadas, estos hombres informaran a las familias y a la opinión pública en general, donde quedaron los restos de las personas ajusticiadas tras el operativo de reconquista del palacio de Justicia. Y a las familias a conceder el perdón a los victimarios de sus parientes; esto si seria un verdadero gesto de reconciliación entre la sociedad civil y las fuerzas militares.

Además es una forma de emprender ese largo camino que nos separa de una convivencia tranquila como habitantes del mismo país. 

2 comentarios:

  1. Un ejemplo de dicha radicalización: la opinión asusadora y peligrosa (que nada tiene que ver con su profesión de Abogado de Alto Turmequé) del ExMinistro Carlos Medellín; es entendible el dolor que le causa la muerte de su señor padre en semejante holocausto. Más no le da derecho a decirle al Expresidente Belisario Betancourt COBARDE, si hay alguién que en medio de su vejez y silencio político, ha dado la cara, es él....

    ResponderEliminar
  2. Pero ese silencio es más peligroso en una Colombia absorta de IMPUNIDAD.

    ResponderEliminar