LAS QUIMERAS DE PETRO

VISIONES SOBRE DESARROLLO Y GOBIERNO CON COOPERACIÓN DEL SECTOR PRIVADO

Gustavo Petro ante la Cámara Colombiana de Infraestructura

Fotografía portal alcaldía de Bogotá
Paul Krugman se quejaba amargamente hace un año y medio (el 7 de octubre de 2010) en su columna del New York Times, de cómo los líderes políticos en Estados Unidos, habían perdido su capacidad de soñar y generar grandiosas obras de progreso e infraestructura, citaba como ejemplo la construcción de la represa Hoover realizada en plena época de la gran depresión, entre 1931 a 1936; la construcción del canal del lago Erie y el sistema de autopistas interestatales; a estas adicionemos la quimera lanzada en 1961 por el presidente John Kennedy para colocar un hombre en la superficie de la luna antes del final de esa década; todas estas hoy realidades que nunca se hubiesen llevado a cabo sin esa capacidad de imaginar y fantasear con la solución a gran escala de los diversos problemas y requerimientos humanos.

Gracias a la perdida de esta capacidad de visionar señalaba Krugman, los estados Unidos estaban cediendo su puesto de vanguardia en el desarrollo de tecnología y de infraestructuras colosales.

El alcalde de Bogotá en una salida atrevida por demás, trató de explicar algo de este modelo exponiendo su visión de desarrollo sostenible, ante la élite de la ingeniería del país en la cámara colombiana de la infraestructura en la capital hace unos días.

Propuso la construcción de 3 líneas de metro y no una como está contemplado hoy en día, expuso sobre mejoramientos  educativos  y sociales para los desfavorecidos, pero su auditorio flaqueo y no lo escucho en su gran mayoría.

Al igual que con los comentarios de Krugman, en Colombia nunca se visualizan grandes proyectos, porque según el decir oficial o el privado nunca tenemos el dinero; pero por corrupción según estimados oficiales se pierden 4.2 billones de pesos anuales y construir una línea del metro capitalino cuesta 3.5 billones de pesos aproximadamente, así que bajo este razonamiento si existe el dinero, mas no la voluntad política de emprenderlo; además teniendo en cuenta el ejemplo antioqueño en donde si construyeron su metro planeado desde 1985; lo que necesita el país es de líderes y empresarios con visión de largo plazo, característica que en la mentalidad empresarial colombiana brilla por su ausencia, con las excepciones conocidas de los paisas quienes tienen el único sistema de transporte masivo integral en el país, con metro, tranvía, buses articulados y me-trocable para las colinas a donde es imposible otro acceso.

Por ello los planteamientos de Gustavo Petro no son necesariamente quimeras, son simplemente visiones futuristas que con el impulso del sector privado serian una completa realidad ejecutable en Bogotá e irradiarle al resto del país, como un ejemplo de integración entre el sector oficial y el privado sin que las coimas sean el eje fundamental para sus interrelaciones.

Parece ficción, pero eventualmente si se logra concebir aunque sea en una mínima parte, y con unos resultados eficaces deberá atraer a más empresarios.

Petro con todo está tratando de instaurar un modelo de desarrollo diferente, al que por décadas ha funcionado en Colombia en donde los dueños del sector productivo y financiero usufructúan en la mayor escala los contratos y negocios que el estado proporciona.

El cambio de este modelo indiscutiblemente levanta resquemores, entre quienes por generaciones han estado acostumbrados a la antigua manera de co-gobernar, con todas las ventajas a su favor; pero es la única manera de extirpar en un gran porcentaje el fenómeno de la corrupción que nos asola, además de ser la mejor prueba publicitada de la responsabilidad empresarial del sector privado.

En síntesis, a pesar de los detractores que no comprenden ni visualizan el comienzo de  esta nueva fórmula de gobernar, con un verdadero y transparente apoyo del sector privado; y es  esta la razón que  ha hecho necesaria que un político con trayectoria e imagen nacional, se atreva a apostarle a esta renovación para llevarla a plena ejecución.