domingo, 25 de diciembre de 2011

SECRETISMO DE ESTADO


Fotógrafo Bartlomiej Stroinski

A raíz del juicio que por estos días se lleva en Estados Unidos, contra el soldado Bradley Manning, se hace notorio comentar sobre la tendencia excesiva y fastidiosa del secretismo de estado, que se da en todos los niveles de la administración de las naciones, con el pueril argumento de la seguridad y la protección de investigaciones, confidencias, documentos clasificados y negociaciones entre gobiernos, pero que realmente se han prestado para encubrir todo tipo de maniobras fraudulentas como sobornos, violaciones a los derechos humanos, asesinatos selectivos de líderes contrarios, y toda suerte de excesos causados por la envidia, la codicia y la inmoralidad a la que llegan muchos hombres, en procura de mantenerse en el poder.
Repasando muchos acontecimientos de la historia reciente en Colombia, desde los desaparecidos del palacio de Justicia, en donde los platos rotos hoy en día, los ha asumido el coronel Plazas Vega, a quien periodistas que cubrieron esos hechos, evidencian que este hombre poseía poco poder y determinación para aquella época, y que son sus superiores de ese momento, los que tendrían más implicación y responsabilidades en los violentos hechos, pero como siempre ocurre en episodios parecidos, todo está bajo el manto del misterio, con escritos y decires que permanecen ocultos ante la opinión pública.
De ahí en adelante los magnicidios de Luis Carlos Galán, Álvaro Gómez Hurtado, Manuel cepeda Vargas, congresista de la UP, del comandante del M19 Carlos Pizarro León-Gómez, las escuchas irregulares del DAS y cientos de hechos delictivos mas, han convertido a esta sucia practica del secreto de estado en una modalidad encubridora de apátridas que solo buscan su propio beneficio, planeando y realizando hechos violentos con los que supuestamente buscan beneficiar a la comunidad, lo que es una falacia total.
Pero estos hechos escabrosos no solo incumben a nuestro país, magnicidios como el de John F Kennedy en Estados Unidos, la trágica muerte de la princesa Diana de Gales, la misteriosa muerte de Juan Pablo I en el Vaticano, el asesinato del banquero italiano Roberto Calvi,  apodado el banquero de Dios por su nexos con el vaticano, son acontecimientos todos con muchas dudas por aclarar, accidentes y fracasos tecnológicos como los ocurridos en Chernóbil  en Ucrania y en Fukushima Japón, que son ante todo asuntos que involucran y afectan a millones y a los que el silencio gubernamental solo complica más la existencia; todos bajo las invocaciones a la seguridad nacional y el secreto de estado, que son el parapeto para esconder todo tipo de malas decisiones, errores e inmoralidades orquestados por siniestros personajes, en su desvergonzada actitud de no perder el control y todos los privilegios que otorga el ser el líder de un país, ciudad o región.
De ahí que acontecimientos como los publicados por el portal Wikileaks y aportados aparentemente por Manning, desenmascaran la hipocresía y el mal comportamiento de muchos funcionarios en la pirámide del poder, y obligan al resto de la sociedad a exigir más vigilancia y control sobre todos estos esbirros y conspiradores en contra de los derechos humanos y la paz.
Este 2011 cierra su función, con la enseñanza de que la verdad es necesaria e innegociable y está por encima de todas las excusas del secretismo y la seguridad de los estados.

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