Invierno 2010 San Estalisnao Bolivar |
Viendo Los videos y fotografías de los destrozos, que el huracán Irene ha dejado a su paso por la costa Atlántica Norteamericana, desde Carolina hasta el estado de New York, reflexioné sobre cómo a pesar de las advertencias y de las medidas extremas de prevención, que las autoridades de ese país asumieron para evitar desgracias personales y graves daños, la naturaleza ocasionó estragos y muertes ya no con la poderosa fuerza del viento, pues Irene se degradó rápidamente a tormenta tropical, sino con la lluvia intensa que a través del desbordamiento de ríos y riachuelos se encargo de provocar cuantiosos deterioros y pérdidas económicas elevadas, y que de no haber actuado las autoridades con excesiva precaución las cifras de víctimas serian más elocuentes.
Ahora que en Colombia nos enfrentamos a la segunda temporada invernal del año, y con las alarmas encendidas por los meteorólogos, que pronostican lluvias más intensas que las de principio del año ¿Qué estamos haciendo para prevenir daños y victimas a futuro?
Hoy quiero establecer como nuestra indiferencia personal, afecta la capacidad y el accionar para tomar medidas de prevención,
El sábado en la noche en el edificio donde resido, se presento un gran corto circuito en una de las acometidas generales, dejando el fluido eléctrico parcialmente inhabilitado para un buen número de habitantes, al entablar conversación con algunos vecinos, establecí que por imprevisión en el adecuado control del mantenimiento preventivo, unas pequeños fallas eléctricas del sistema común del edificio, se escalaron a este grave daño, para no aburrirlos con una historia domestica, el resumen del asunto fue, que se descubrieron los daños, y la apatía e indiferencia de la compañía administradora del conjunto residencial, permitió por imprevisión y falta de ejecución el progreso y agravamiento del problema.
Este pequeño ejemplo ilustra como todos tenemos nuestro aporte de responsabilidad en la solución y prevención de problemas que se pueden transformar en desastres.
Cuando extrapolamos a nuestras ciudades episodios como este, se comprueba que siendo habitantes urbanos, tenemos la obligación de cuestionar y presionar a nuestras autoridades para que realicen las tareas de mitigación de riesgos ante la próxima temporada de lluvias, o ante cualquier eventualidad natural o técnica que nos amenace.
La indiferencia promueve la imprevisión y las dos unidas son la garantía de tragedias, desolación y muerte.
Las advertencias están dadas, el IDEAM, ha cumplido con anticipar cuan intensa será la próxima temporada invernal, ahora transitaremos nuevamente hacia la época de lluvias, dolor y falsa solidaridad alimentada por las imágenes amarillistas de diarios revistas y televisión, quienes nos invadirán con la información de la desgracia humana, unida a las peticiones de ayuda a la sociedad civil con víveres y pertrechos, para calmar la insensibilidad gubernamental de alcaldes, corporaciones regionales, gobernadores y concejos municipales, quienes han tenido un espacio de seis meses para acometer las obras de protección de diques y jarillones, el dragado de cuencas, el refuerzo de taludes y todas las demás obras de amparo y disminución de riesgos.
Ahora solo dependerá de las comunidades que pueden ser afectadas, conminar a sus gobernantes, para que terminen de ejecutar con celeridad todas estas obras y planes para disminuir los impactos de las fuertes lluvias.
Por lo pronto solo resta unirme al coro de quienes exigimos una actitud de las autoridades acorde con la responsabilidad encomendada, a ver si así en esta próxima temporada invernal se logran reducir las desgarradoras historias y tragedias que alimentan a los medios sensacionalistas y demuestran la ineptitud de los administradores públicos.
Lamentablemente en este mundo todavía el concepto de Prevención es Esquivado, con las terribles consecuencias que trae....
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