lunes, 26 de julio de 2010

LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS PARA LA SOCIEDAD COLOMBIANA DEL TERCER MILENIO

A través del análisis juicioso de columnas de prestigiosos periodistas y de los aportes que he realizado con mis escritos en el blog, voy vislumbrando como nuestra sociedad Colombiana se ha olvidado por completo en realizar un profundo acto de contrición sobre 4 elementos principales que son esenciales en la estabilidad mental, económica y moral como grupo humano que debe convivir bajo los parámetros geográficos y legales de un territorio que se denomina república de Colombia.


Son tan graves y transcendentales que no encuentro una escala para medir su índice de importancia para saber por cual comenzar, así que hare el preludio hablando de nuestra insensibilidad moral y social. Nos hemos acostumbrado a admirar el ascenso meteórico social a costa de violaciones sistemáticas al código penal, también ha mirar hacia el lado o hacia atrás con todo aquello que signifique solidaridad, vemos un accidente y en la mayoría de los casos salimos raudos para no comprometernos, si por casualidad asistimos a un acto delictivo desde un simple raponazo hasta un asesinato, ahí sí que nos desaparecemos como el mejor Houdini actual y qué decir de colaborar de manera eficaz con alguna causa para mejorar la calidad de vida de los millones de Colombianos que viven en la indigencia (8 millones) o bajo la línea de la pobreza extrema que está enmarcada bajo los parámetros de la ONU, dialogando sobre este tema he recibido comentarios dolorosos como “Ah si los pobres en la ladera y el gobierno que los atienda, nosotros los de la clase media no tenemos la culpa y nada podemos hacer” o en el peor de los ejemplos “pobres siempre habrá y este asunto no es de mi competencia e incumbencia” lo mejor es que luego nos quejamos con escándalo cuando nosotros somos víctimas de esta lacra social .

Sobre la violencia ya he escrito dos artículos que con detalles describen un interminable conflicto de 183 años de antigüedad y que hoy en día evoluciona a incrustarse en nuestras ciudades, pero no solo en las barriadas pobres de los estratos 1 y 2 sino ha alcanzado ya los estratos más altos y lo peor del caso a la población menor de 17 años; en estos últimos diez días he leído de nuevos diagnósticos superficiales sobre este endémico mal tratando de justificar el crecimiento de este flagelo a la sexualidad temprana o a la falta de autoridad por parte de los padres en el hogar. Oh falacia mas enorme cuando la violencia casi que la traemos en los genes, gracias al estado de eterno conflicto en el que ha vivido nuestra querida sociedad nacional.

La participación ciudadana de la cual ya tuve a bien comentar en anterior composición, se limita para el 30% de la población en asistir a regañadientes a ejercer el derecho a votar para escoger a los gobernantes; pero en lo que respecta a lo demás como cuidar el patrimonio público y en general todo aquello que represente el usufructo ciudadano no contribuimos sino unos cuantos porque la verdad nos estresa y nos da pereza intervenir.

Quedo para lo último el olvidado concepto de lo que es el bien común, esbozado su significado en anterior columna, esta etérea definición que debe ser inculcada desde el jardín infantil a los niños y publicitada para su recordación a toda la población general tiene solo tímidas y escuálidas campañas como la del fondo de prevención vial denominada “la campaña de las excusas y las justificaciones” que solo toca a nuestras continuas violaciones a los códigos de transito que afectan al normal desenvolvimiento de peatones, motociclistas y automovilistas a lo largo y ancho del país pero que son una partecita del olvidado concepto del bien común.

Un lector me escribió por estos días que somos nosotros cada uno de los ciudadanos quienes debemos cambiar por propia convicción, yo le agregaría que sin campañas educativas constantes y generalizadas sobre estos cuatro pilares del desmedre social, el individuo común nunca tendrá parámetros para observar en donde se equivoca y ahí si iniciar su propia y personal campaña de cambio y resocialización.

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