jueves, 8 de noviembre de 2012

SINGULARIDADES DEL TÉRMINO DEMOCRACIA


Obama Y Biden
Fotografia Pagina web  USA.gov

En el artículo anterior planteaba cómo fenómenos como el caciquismo, debilitaban la democracia debido a su considerable poder corruptor, a través de herramientas como el clientelismo y el nepotismo, que conllevan al origen de conductas despóticas y autócratas.

Ahora analizando el concepto de democracia, originalmente establecido desde la antigua Grecia y cuya actual definición según el RAE es “doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno” establezco  que antiguamente dicha intervención era directa en donde todos los pobladores libres y con poder económico participaban, gracias a que la Polis Helenas eran comunidades pequeñas, en cambio hoy en día debido a lo grandes tamaños poblacionales se debe manejar de manera indirecta, por medio de la representación de funcionarios elegidos por votación popular.

Evidentemente los especialistas en ciencias políticas en la actualidad, tienen establecidas condiciones mínimas y precisas como el equilibrio de poderes, el sufragio universal, el pluralismo de partidos, el respeto a los derechos de las minorías, la supremacía de la ley, entre otras, para determinar si se aplica correctamente el concepto de democracia en cualquier sociedad.

Pero no se puede desconocer que como planteamiento amplio, la idea recoge criterios variables de acuerdo a como se halle constituida la sociedad donde se aplica; Aristóteles exponía para la sociedad de su época, que el razonamiento de democracia seria diferente para los colectivos de agricultores, o de artesanos o de jornaleros, por razón de que las necesidades y soluciones para cada grupo social eran muy diferentes.

Hoy en día con nuestro modelo determinado bajo el esquema de la democracia representativa o indirecta, hallamos diferentes prototipos de comunidades, en las que el concepto abierto como esta planteado no abarca todas las variables que conocemos, por ello podemos encontrar democracias del tipo popular como la cubana; democracia islámica como en Irán; o democracia burguesa como es el estilo de Estados Unidos, América latina y Europa.

Lo que si resulta singular es como cada colectivo nacional particulariza las características, de lo que define el termino de democracia para cada país. Por ello es claro que el término de la democracia popular cubana es muy diferente a nuestro planteamiento burgués de ella, y seriamente opuesto al de las repúblicas teocráticas, en donde la esencia de la representación ciudadana a través de sus funcionarios escogidos, sufre la alteración de que dichos dignatarios son señalados inicialmente por los ministros o representantes de Dios de acuerdo a las leyes divinas.

Con todos estos matices que el concepto de democracia presenta, es preciso realizarle continuos ajustes y correcciones pues se ve sometido al desgaste y el asedio de la práctica de los antivalores.

Y el siguiente diagnostico es la prueba fehaciente de tal necesidad adecuación.

Ayer tarde leía con particular inquietud un artículo escrito por sr Dani Rodrik, profesor de economía política internacional de Harvard Kennedy  School, en el que sin mayor tapujo denunciaba como  la última contienda electoral realizada en Estados Unidos, había sido un planteamiento de ataques y contrataques con reclamaciones engañosas, populistas  y dudosas; posicionando a la democracia de ese país al nivel de las noveles democracias africanas.     

Así que el otrora y aparente maduro sistema de participación ciudadana de la primera potencia mundial, padece ahora de fallas múltiples como el de cualquier país tercermundista.

Cuestionado por este enfoque consulte el nivel de participación ciudadana en las elecciones presidenciales de U.S. y me encontré con estas sorpresas, con una población estimada a octubre de 314 millones, hay habilitados para sufragar 236 millones de personas, pero solo se encuentran inscritas para ejercer el derecho a votar 178 millones, de las cuales realmente votan aproximadamente 130 millones; lo que sin duda refleja que aun con sus conservadoras y preservadas costumbres políticas, casi 106 millones se abstienen de participar; claro incluyendo en esta cifra los inhabilitados por condenas penales.

Al compararse este guarismo con la altísima participación ciudadana en Venezuela, en las pasadas elecciones, me pregunto cual designación es más legítima la de Obama o la de Chávez.

Al contestarse olviden los sesgos ideológicos, solo valoren quien posee mas representación popular de acuerdo al tamaño de población en cada país.

Ahora si comparamos todas estas cifras frente al caso de Colombia en donde 30 millones están habilitados y la participación total en las últimas elecciones si acaso llega a 15 millones; de ello no podemos más que entristecernos por nuestra pobre cultura electoral y democrática.

Singularidades, desconocimiento, incultura e ignorancia, cuestionan si ya es hora de replantear toda la estructura de manifestación democrática por representación, o realmente no hay un mejor modelo para elegir quien nos gobierne; estimados lectores tienen la palabra.

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