lunes, 2 de abril de 2012

TRANSFORMACIÓN DE LA VIOLENCIA URBANA



Santos Clausura Mundial sub 23 
Hemos venido asistiendo desde hace varios meses a una creciente manifestación de episodios de violencia extrema, en naciones en donde eran un elemento impensado, gracias a sus altos niveles de equidad y de seguridad; y han sido objeto de sorpresas aun  para nosotros los colombianos, tan acostumbrados a los elevados índices de homicidios y agresiones en general, pues estos episodios revelan una clara señal de alerta ante el advenimiento de nuevos conflictos raciales y religiosos, que creíamos superados gracias a nuestro desarrollo tecnológico, político y económico actual.

Mi interés de hoy es evaluar, tras todos estos episodios de violencia que lecturas emergen de fondo.

Reflexionemos de por que un soldado norteamericano, educado bajo patrones religiosos y morales cristianos normales, pierde aparentemente la cordura y asesina a sangre fría a 17 personas entre mujeres niños y ancianos, sin una razón aparente en una zona de Afganistán que no era de lucha intensa, pues era un caserío habitado por elementos no radicales.

Repasemos como un ciudadano Francés, de origen Argelino de 23 años y de religión musulmana, decide asesinar a tres soldados de su país recién llegados del frente en Afganistán y a 3 niños y un profesor judíos, como parte de un plan de ajusticiamientos religiosos, en contraprestación de hechos cometidos 
contra musulmanes en medio oriente y en el mismo Afganistán.

Evaluemos como hace unos meses en la muy equilibrada Noruega, un ciudadano de ese país, eliminó sin el mayor remordimiento a 85 personas la mayoría menores de edad, con el inverosímil argumento de una limpieza moral, contra una facción política de su nación que tolera y aprueba la inmigración de musulmanes a su país.

Ahora consideremos los sucesos que con mayor frecuencia ocurren en la unión americana, en donde energúmenos bien armados, acometen ataques contra compañeros de estudio o en mítines políticos, como ocurrió hace un año en Arizona, en una reunión de la congresista Grabielle Guilford.

Todos estos hechos en común están recogiendo expresiones de descontento extremo, por parte de sus protagonistas, en contra de ciudadanos inermes y desprevenidos, dejando entrever que estas sociedades justas, comienzan a agrietarse gracias a las presiones económicas y al desbordado esfuerzo propagandístico de las soluciones por medio de la guerra en general.

Ahora repasemos algunos hechos en nuestro país.

Que lectura nos pueden dar las cruentas luchas entre aficionados al fútbol que generan cientos de heridos entre leves a graves, además de algunos muertos, con el perjuicio adicional del vandalismo contra vehículos, establecimientos de comercio y residencias en general aledañas a los estadios; o que podemos interpretar de las protestas en Bogotá en contra del mal servicio de transporte masivo, que se convirtieron en asonadas mayores contra las estaciones, taquillas y mobiliario general del sistema.

¿Estaremos asistiendo al surgimiento de un nuevo foco de violencia y descontentos sociales, que por ahora no tienen ningún contenido político,  religioso u orientación que ponga en peligro la estabilidad en nuestras capitales?

Ojalá nuestras diligentes autoridades de convivencia y seguridad ciudadana, ya estén analizando estas nuevas manifestaciones de vandalismo, antes de que crezcan y se transformen en un movimiento y conviertan a nuestras ciudades en lugares invivibles para los demás ciudadanos.

Realmente el descontento social en el mundo crece, y todos estos hechos son la punta de un iceberg que emerge ante la indiferencia de líderes económicos y políticos.

Racismo, conflictos religiosos, fanatismo político, deportivo e intolerancia de minorías, no son un buen antecedente para una sociedad humana, que en el siglo XXI busca convivencia política y religiosa, equidad de género, respeto a las minorías, educación de calidad y disminución de la pobreza

Ojalá todo no se resuelva con las usuales medidas represivas policiales, que solucionan el efecto temporal de las protestas, mas no eliminan el origen de las mismas ni su continuo combustible, gracias a los conflictos e iniquidad sin resolver en tantos rincones del planeta.

Obviamente me preocupa mucho mi país, y deseo que desde ya se estén haciendo los análisis, del por que se concentran hordas de jovencitos en los semáforos, antes de los encuentros futboleros a pedir dinero bajo coerción, a automovilistas y peatones, sin control alguno de la autoridad, y se  tomen las acciones correctivas para que estas manifestaciones  agresivas también se eviten. Porque esto es solo el comienzo de eventos que pueden transmutar a situaciones mas violentas, solo imaginen a un afectado armado que tome sus propias medidas de defensa, lo que desencadenaría una tragedia que aun estamos a tiempo de evitar.

Nuevamente vemos en todos estas acciones los síntomas de una enfermedad del colectivo, ocasionada por las profundas desigualdades sociales, representadas en la deficiente o nula educación, la falta de oportunidades de económicas para acceder a una vida digna, además de los fanatismos religiosos, étnicos y políticos todo mezclado como un poderoso cáncer social que comienza a mostrar sus metástasis.

Las soluciones son muy claras y estas contempladas en las famosas metas del milenio, que por ahora parecen letra muerta para la gran mayoría de habitantes del planeta.

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