Como primer punto para comenzar esta referencia a nuestra capacidad exportadora, debemos reconocer uno de nuestros peores pecados y es el tener el más alto valor de transporte de carga de toda Latinoamérica; ósea señores lectores el costo de una tonelada x kilómetro transportado es el mayor de todo el continente Latinoamericano; lo que ya de por si nos resta altísima competitividad ¡Ay como añoramos el tener un servicio Férreo de verdad! A pesar de la propuesta Japonesa de hace veinticinco años quienes quisieron vía concesión modernizar todo el sistema del ferrocarril nacional.
En épocas de Belisario Betancourt y después de mantener durante mucho tiempo un nivel de aranceles moderadamente altos, todo nuestro comercio importador se cerro del totazo, bajo la sentencia que debíamos proteger nuestras pocas divisas y la producción nacional. Colombia históricamente en su campo exportador ha dependido de muy pocos productos y de escasos clientes, el café, las flores, el petróleo, el carbón y el azúcar eran nuestros únicos y reales motores de nuestro proceso exportador, principalmente motivado en el deficiente desarrollo de nuestra industria nacional, además de políticas poco novedosas y carentes de agresividad en el plano internacional; en 1990 siendo presidente Cesar Gaviria se intento vía la apertura económica desatrasar décadas de modernización industrial, pero sin avanzar primero nuestra aun mas subdesarrollada estructura de puertos, aeropuertos, ferrocarriles y carreteras; craso error puesto que quedamos expuestos al flujo de productos de origen asiático principalmente; en donde el proceso innovador y su excesiva mano de obra económica nos dejaron peor que Mockus en la Nacional; después de este intento vinieron los dos peores gobiernos de Colombia en casi toda su vida republicana; y mientras esto sucedía Chile, Brasil y Perú suscribían acuerdos o TLCS con Norteamérica y toda la cuenca del Pacifico Asiático dejándonos completamente rezagados frente al imparable fenómeno de la globalización.
Nuestros protegidos industriales se dedicaron a seguir negociando con nuestros tres únicos socios comerciales Venezuela, Ecuador y USA; convencidos de que era la ecuación perfecta, lamentablemente Venezuela y Ecuador cayeron bajo el hechizo del socialismo del siglo 21 y así casi de un tajo nos dejaron con nuestros caros e incompetitivos productos del agro y la industria, nuestro actual presidente más sabio y visionario desde hace siete años comenzó a incorporarnos lentamente al flujo del comercio mundial y empezaron a llegar los debatidos TLCS, es claro que el agro y la agroindustria siempre están en desventaja con los países ricos por la gran variedad de subsidios que abarcan, desde semillas, abonos, precios de sustentación inflados a la necesidad de cada país otorgante, créditos blandos e insumos como energía eléctrica muchísimo más barata. Por tanto cuando nuestros sabios negociadores acuden a las rondas que establecen los términos de intercambio conocen de antemano y de sobra los episodios de los desventajosos subsidios y pareciera de elemental aplicación establecer salvaguardias para los productos y campos más sensibles, dependiendo del país con el que se negocia. Por estos días ante la firma del TLC con la unión europea hemos visto al renglón agroindustrial de la leche y sus derivados protestar con vehemencia; yo quisiera cuestionar a estos compatriotas que acuciosamente han votado varios miles de litros de leche, (no es la primera vez pues es su método favorito cuando hay superproducción para no bajar el precio por litro), si no sería mejor reunidos en sus poderosas cooperativas buscar soluciones como deshidratar y pulverizar la leche y tratar de venderla en Centroamérica o a otros países suramericanos y como esta idea muchas más; pero para esto se requiere de voluntad, capacidad de modernizar y evolucionar; lamentablemente es mas fácil votar la leche, presionar congresistas mediocres y al igual que nuestro comercio fracasado con Venezuela no luchar por mejorar sino regresar al modelo proteccionista que ya demostró no servir sino para unos pocos industriales y comerciantes conservadores y temerosos de migrar con sus procesos y procesos a otros mercados. Y así está ocurriendo con el TLC que se firmo con Canadá y otros que están en negociación; en ningún acuerdo de estos habrá renglones económicos que no salgan afectados, así como nosotros somos fuertes con el azúcar y el café, otros países tienen sus fortalezas en otros productos. Y la solución para Colombia y su economía no es encerrarnos a llorar sobre la leche derramada; más bien armar equipos negociadores capaces y sagaces de tal manera que puedan proteger los renglones económicos más susceptibles, pero el resto del esfuerzo correrá a cargo de nuestros grupos empresariales que deben reconocer que los retos del siglo 21 exigen de empresarios audaces e innovadores para resistir la embatida de este nuestro mundo globalizado.
El autoabastecimiento que se practic ... Ver másó en el siglo pasado no dejo más que miseria y alta concentración de riqueza en pocas manos, no es momento de recurrir a la lastima para condenarnos al rezago mundial, esta es la oportunidad para que el sector ganadero se tecnifique y sea competitivo, si permitimos que este sector presione para que el tlc con la Unión Europea no sea ratificado por congreso es una oportunidad más se nos fuga. Fueron patético los comentarios que se emitieron en los noticieros la semana pasada sobre lo económica que llegaría a resultar la leche proveniente del viejo continente, en lógica de ellos es mejor que la población pobre de Colombia siga consumiendo su producto a pesar de su alto precio, y en algunas oportunidades de mala calidad. Lo más triste de todo es que esto tiene efecto en la gente del común, de hecho ellos ven con recelo la firma del tratado.
ResponderEliminarLa lucha de ese sector debería estar encaminada a pedir al gobierno ayuda para que su industria mejore, y en caso de no poder hacerlo se debería recurrir a mercados en los que realmente tengamos una ventaja comparativa, si el mercado de lácteos es inviable no tendrá mas opción que desaparecer, eso no depende del gobierno, al fin y al cabo el consumidor es el rey del mercado. Me parece que invertir recursos en productos condenados al fracaso eventual es una irresponsabilidad por parte del estado, ejemplo de ello es el subsidio del 70% que recibe el sector productor de fósforos en nuestro país, más bien con ese dinero se debería ayudar a mercados que si valgan realmente la pena proteger.
Nelson Montezuma.