miércoles, 22 de octubre de 2014

PENURIAS DE LA SANIDAD PÚBLICA


Protocolo ébola en Colombia

Ministerio de Salud y protección Social
La plaga del Ébola ha sido la puesta en escena perfecta para evidenciar las vergonzosas diferencias hospitalarias y los tratos sociales con los que se atienden las enfermedades denominadas catastróficas, además de los desastres humanitarios que estas producen en los países en donde son epidemia

En una carta abierta publicada en algunos medios noticiosos, por un sobrino del paciente africano muerto en el hospital de Dallas, el afectado sostenía cómo a su familiar se le había atendido con los mínimos esfuerzos clínicos en los que se procuraba aplicarle el tratamiento humanitario necesario para sostenerle la vida, negándole el acceso a las drogas experimentales como consecuencia que el señor no era ciudadano norteamericano y no tenía prestación medica alguna asegurada en ese país. 

Adicional a esta amarga denuncia me encontré con las expresiones de súplica que han realizado a través los medios europeos ONGS como Médicos sin Fronteras, quienes están realizando titánicos esfuerzos para contener la expansión de la peste y requieren para ello de poderosas ayudas económicas y logísticas, debido a que los tres estados en donde reside la actual epidemia son inmensamente pobres y carentes de estructuras de sanidad.

Pero con tristeza la respuesta de los gobiernos europeos que se reunieron en Bruselas para analizar la crisis es pobre o nula. Sin duda esta acción es deplorable y despierta una sensación de incomprensión ante esta falta de humanidad de las poderosas naciones europeas. Para agregarle más impacto al manejo desequilibrado de esta crisis hay que mirar la lista de errores cometidos por el ministerio de sanidad español, quien lanzó a su cuerpo médico y de enfermeras a una guerra para la que no recibieron el suficiente entrenamiento. Además de haber desmejorado sus instalaciones sanitarias a niveles de precariedad tercermundista, impulsando otras dificultades en la atención a los infectados y en la prevención de nuevos contagios entre el cuerpo de trabajadores de la salud encargados de cuidar a los pacientes.

Ahora esta reflexión se traslada a cuestionar cual debe ser la respuesta a crisis humanitarias como esta, acaecida en los países más pobres de África occidental.

En primer lugar hay que reconocer la invaluable labor del gobierno cubano reconocida por la ONU y por el secretario de estado norteamericano John Kerry, esta nación a pesar de ser pobre y del circuito de naciones latinoamericanas ha prestado un copioso grupo de médicos y enfermeras para colaborar a paliar la crisis dando ejemplo a naciones con economías solidas; además Fidel Castro le ofreció a Obama trabajar en conjunto con el gobierno norteamericano en mas campaña de cuidado a los enfermos y prevención de nuevos contagios. Esta acción restablece la esperanza en la humanidad debido a que si enemigos irreconciliables pueden deponer sus odios y rencores cuando una crisis humanitaria lo requiere; se comprueba que otros conflictos pueden ser manejados y resueltos de manera compendiada.

También cabe preguntarse cuan grande es el beneficio para los grandes laboratorios que desarrollan posibles curas o vacunas, Además si de toda esa ganancia por valorización que ya obtienen en las bolsas de acciones en donde se negocian sus títulos, al menos ese lucro fantástico debería representar una obligación moral para sus accionistas para entregar algo de apoyo logístico a estas tres naciones tan duramente castigadas con el flagelo. Igualmente que la comprobación final de la vacuna que se dice está en etapa próxima con personal voluntario en Suiza no se convierta en un melodrama para la Tv y que su uso realmente se extienda a las poblaciones pobres que lo requieren con urgencia en África.

Finalmente es el debate sobre prevención y medidas de precaución el que debe afrontarse. Porque en países como Colombia en donde establecer un protocolo de acción es lento por su ineficiente burocracia, no deja de ser un riesgo que aparezca un paciente con una dolencia de esta naturaleza. Asunto que ya estuvimos a punto de vivir en Cali con un paciente llegado de África que presentaba un cuadro con síntomas parecidos y que puso a una clínica de la ciudad, con sus pacientes y sus facultativos en estado de pánico. Pero como buenos tercermundistas aún no se decide que clínicas y hospitales estarán capacitados para atender una emergencia de estas si llegase a presentarse. Claro nuestro ministro de salud es un economista que cree que la estadística nos librará de conocer un caso de Ébola y con eso piensa que está resuelto el asunto.

La atención en salud, los planes de salubridad y los beneficios de la atención adecuada a nivel individual siguen siendo exclusivos para los que tienen dinero e igualmente esta atención se destaca por su exactitud en los países más desarrollados. La salud humana está directamente asociada a la capacidad económica personal y de la sociedad en la que vivimos y es parte de la iniquidad del hábitat humano. Quien nace en algunas zonas de Asia, África subsahariana y África occidental o latino América tiene menos beneficios que quien nace en Europa o América del norte, en donde sus sistemas de salubridad pública son consistentes. Esa es la suerte de nacer y crecer en determinados lugares del planeta, hecho sobre el que no tenemos control alguno porque es un albur. Y es parte de esa terrible deshumanización con la que nos miramos unos a otros.

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