jueves, 3 de octubre de 2013

DUPLICIDAD EN LA DOCTRINA

Prácticas de jóvenes estudintes en Incolballet 
Fotografía Web Incolballet
El tratamiento conceptual que se viene aplicando en Colombia y en otras latitudes, ante la aplicación de valores éticos asociados a la ejecución y práctica de políticas públicas o de posturas ideológicas, no deja de mostrar una actitud dúplice de los voceros que destacan estas conductas por causa de de la voracidad y el interés desbordado de los grupos cuyos portavoces cuestionan estos valores.

Encontrar en el país a un Fernando Londoño defensor de las propuestas del Centro Democrático, cuestionando a José Obdulio Gaviria por su ligereza verbal, resulta tan discutible como pretender que el Opus Dei no es clasista o que las Farc se unifiquen con Álvaro Uribe en una campaña política.

Si en algo se ha distinguido el ex ministro Londoño es en los desenfrenados discursos a través de sus emisiones radiales; así que resulta sorprendente que por ello condene la pretensión de Gaviria de ser miembro del senado de la república por el citado partido, con el pretexto de que no es digno de ser congresista por sus encendidas declaraciones públicas; si algo hay que reconocerle al candidato e ideólogo paisa es su talante para expresarse con franqueza, sin lisonjas cuando tiene que defender o controvertir a un opositor al sostener sus pensamientos e ideales.

Ciertamente no comparto ninguna de las propuestas del señor Gaviria, pero hay que reconocerle a este hombre su temperamento recio y apegado a sus conceptos.

Londoño por el contrario es el típico político colombiano de derecha, camandulero pero lleno de cuestionamientos éticos por valerse de su envestidura para provecho propio (caso Invercolsa), acontecimientos que no le han generado condenas legales, pero que si lo eximen de sentar cátedra sobre el comportamiento encomiable que José Obdulio debe observar.

En otro asunto netamente parroquial, que ha persistido en el tiempo, y que ahora se ha ventilado de manera pública, se manifiesta un viejo antagonismo doctrinal de cómo se deben encausar y aplicar políticas públicas del sector cultural entre dos representantes del grupo de las notables caleñas y otras dos personas prestigiosas representantes de la comunidad cultural de la ciudad.

Este asunto involucra a una institución única en Colombia y pionera en latino américa como lo es el instituto Colombiano de Ballet, que desde sus albores encontró la oposición de algunas damas de la élite caleña que se oponían a la democratización de la interpretación de la danza clásica, por considerar como sacrílego que mujeres y hombres pertenecientes a las clases populares y de etnias mestizas, negras y zambos intentaran aprender este arte de la expresión corporal, además de considerar que estas personas no poseían la fortaleza, la disciplina, la entrega, el lenguaje corporal y la morfología del cuerpo necesarias para lograr avances en este difícil técnica de baile.

Como lo pueden entrever, más que una disputa sobre estilos y técnicas de enseñanza o sobre cualidades físicas de los individuos, lo que aquí se evidencia es una dolorosa confrontación que se dirimía al determinar que los niños y niñas de clase alta y etnia blanca latina eran proclives a desarrollar con mayor facilidad y armonía estas habilidades para la danza clásica, y que en sus pares de etnias zambas, negras y mestizas no maduraría en iguales condiciones.

Considero que es clasismo en toda su expresión lo que se concluye de esta controversia; y la señora ministra de cultura lo ratifica al declarar en carta abierta que solo algunos operadores culturales están calificados para organizar y producir eventos de altura en la ciudad, pero claro desde que en sus juntas figuren las señoras del reducido grupo de la élite caleña.

Se entiende por demás que tras esta discordia se establecen sesgos muy marcados para la implementación de las políticas públicas con referencia al sector cultural, lo que transmite una dualidad sobre si los conocimientos artísticos y científicos humanos son asequibles para que las grandes mayorías populares o solo son el patrimonio de las minorías pudientes.

Suena muy contradictoria la hipótesis anterior pues se ha determinado que la cultura es un patrimonio universal al acceso de todos.

Finalmente no puedo comprender cuando leo las declaraciones de los congresistas de Estados Unidos, pertenecientes al muy conservador partido republicano, quienes admiten en sus discursos defender los intereses de todo su pueblo al no ampliar la capacidad de pago del gobierno federal, para con ello detener la implementación del programa de asistencia médica asequible para los necesitados de esa nación, decisión que me cuestiona de cómo es posible, que para defender los intereses de las supuestas mayorías que aducen proteger, condenan a todas estas millones de personas a enfrentar los rigores que significa la parálisis de todo el gobierno federal.

Esta situación solo me hace reflexionar sobre esa dualidad doctrinal acompañada de una gran hipocresía en la que la supuesta defensa manifiesta a los ciudadanos por los políticos republicanos solo contribuye a favorecer a los mismos congresistas y a los cárteles de seguros médicos enemigos acérrimos del nuevo plan de salud, quienes son contribuyentes de las campañas releccionistas de los muy altruistas políticos

Dobleces y dualidades en la aplicación de las políticas públicas que se considera deben favorecer a las mayorías, pero que en el análisis de su mala aplicación comprueban como el mundo en general se encuentra de mal administrado.

2 comentarios:

  1. hipocrecias, discrminacion y proteccion de los intereses de las altas esferas y dirigentes

    ResponderEliminar
  2. Mejor dicho, en Colombia solo los poderosos tienen derecho a pensar....

    ResponderEliminar