martes, 24 de septiembre de 2013

CINISMO E IRONÍAS QUE CONFRONTAN LA MORAL

Esta semana que culminó ha registrado episodios a nivel nacional e internacional que parecen las rutinas de episodios de terror y de opereta.

El cruce de acusaciones entre José Obdulio Gaviria primo del poco célebre capo del cartel de Medellín, y en la actualidad ideólogo del centro Democrático que patrocina el ex presidente Uribe y los hermanos Adres Pastrana Arango ex presidente de la república y su hermano Juan Carlos columnista político, entorno a la legitimidad que el primero de los citados conforme una lista al senado de la república, suscita desconcierto y desazón puesto que no se comprende como estos caballeros protagonicen semejante enfrentamiento cuestionándose mutuamente pecados y ligerezas en contra de la ética y la moral cuando en ninguno de ellos  estas cualidades han sido ejemplarmente manifiestas.

En un país en el que los antivalores hacen carrera resulta atrevido que se hagan señalamientos morales sin mayor profundidad o fuerza probatoria, entre personas de amplio espectro público.

Si bien es cierto que no es grato que llegue al senado un personaje como el señor Gaviria, que no debe ser censurado por su parentesco no elegible, si puede ser repudiado por sus penosas teorías, y ante ello resulta poco agradable escuchar a un ex presidente de Colombia realizando reproches de alto contenido ético, cuando él no es el paradigma de tales virtudes.

En segunda instancia me deja anonadado las condenas que se siguen aplicando a los políticos y ex empresarios implicados en la defraudación a Bogotá, como en el episodio de los contratos de las ambulancias para la red hospitalaria de esa ciudad; mediáticamente se exige una ejemplar condena por homicidio culposo en contra del conductor ebrio del Audi, que causó la muerte a  dos señoras y dejó parapléjico al conductor del taxi que las conducía; pero se han preguntado autoridad o periodista alguno, ¿cuantas muertes por insuficiencia del presupuesto de hospitales que esquilma la corrupción  ocurren?
¿Y son estos decesos homicidios culposos o dolosos?

Así que las penas impuestas a estos defraudadores del erario son una parodia a la moral y son un respaldo escandaloso a la práctica de los antivalores; y luego se expresan públicamente el presidente, los magistrados de altas cortes, el procurador, los ministros y otras altas autoridades exigiendo a la población comportamientos de honradez, tolerancia, recato y civilidad; cabe preguntar es o no una increíble muestra de cinismo hacer estas exigencias cuando  en estas actividades no hay una sola muestra de moral.

Hasta cuando la manipulación y la deformación de los criterios religiosos básicos producirán episodios de intolerancia, discriminación, desprecio y violencia.

Un concejal de la capital del país pastor místico adscrito a un movimiento cristiano, vitupera inclementemente todo el tiempo en contra de minorías sexuales, condenando y señalando sin pudor alguno al alcalde y funcionarios del despacho por su apertura social con programas específicos hacia esas minorías sociales.

Los representantes del Opus Dei desde ya han comenzado su cruzada en contra de la tímida apertura que realiza el papa Francisco; hace unos días desde Lima el Cardenal Cipriani, unos de los portavoces de esta secta católica extremista, criticó de manera severa la reunión pactada en Roma entre un sacerdote peruano de 85 años promotor de la denominada teología de la liberación con el papa, como si tales aperturas socavaran el dogma católico.

En Nairobi Kenia hemos asistido a un baño de sangre y terror en el fin de semana, todo como consecuencia que un grupo de jóvenes musulmanes sectarios se ensañaron contra civiles cristianos en un centro comercial de esa ciudad, acrecentando la rivalidad y desconfianza entre dos religiones que no promueven en la actualidad hechos de terror; la violencia extrema de algunas facciones islamitas que incitan a la muerte de los infieles, son el producto de la incoherente postura en la que hábiles imanes o predicadores convencen a jóvenes musulmanes a radicalizar su amor y respeto a su credo, convirtiéndolos en asesinos despiadados e inhumanos todo en nombre de la Fe.  Será posible tanta incoherencia en estas sectas cristianas y musulmanas que abjuran con estos hechos los principios básicos de sus doctrinas que inculcan el amor al prójimo, la caridad y el respeto a sus semejantes aunque sean diferentes.

La corrupción, el barbarismo religioso y la veneración a los antivalores son sin duda el reflejo de la decadencia en la que nuestra sociedad continua avanzando, convirtiendo los valores morales y los principios éticos en meros conceptos condenados al olvido.

Hasta cuándo habrá que resaltar episodios como estos que son una clara burla a la moral y la ética.

¿Podremos finalmente librarnos de tanto desafuero, prejuicio, discriminación e intolerancia?

Quedan invitados a reflexionar!

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