lunes, 18 de marzo de 2013

DIFUNDIENDO ESPECULACIONES


Cardenal Jorge M Bergoglio

Fotografía web conferencia episcopal argentina
Una de las más despreciables particularidades humanas, es la aptitud de difundir rumores y lanzar especulaciones sobre las calidades morales, el buen nombre profesional de alguien o hasta la descalificación de las cualidades benéficas de un artículo de consumo cualquiera, argumentado por la competencia de posicionamiento de mercados.

Esta es una práctica común extendida en nuestro mundo contemporáneo, desconociendo las funestas consecuencias que este accionar ocasiona.

El jueves anterior luego de la elección papal en Roma, las redes sociales se colmaron de terribles acusaciones en contra del recién elegido sumo pontífice, cardenal Jorge Mario Bergoglio un nombre desconocido para la inmensa mayoría de usuarios, que de manera inconsulta reiteraban especulaciones y rumores de su supuesta vinculación con los militares argentinos en la época de la dictadura entre 1977 a 1981; esa misma tarde de jueves el premio nobel de la paz de 1980 Alfredo Pérez Esquivel ciudadano también argentino, salió al paso de estos chismes aclarando que hubo sacerdotes y obispos amigos y cómplices de los militares, pero que el cardenal Bergoglio provincial jesuita por aquella época no estaba incluido en esa lista de auxiliadores, esta aclaración inclusive abarcó la supuesta vinculación del papa con un episodio muy oscuro que involuca a 2 sacerdotes jesuitas secuestrados y torturados por los militares durante 5 meses.

Por esto me cuestiono ¿Cómo es posible que gente que se considera educada e instruida, asuma como ciertas tantas conjeturas y decires basados en datos inciertos?

Estimo que esta conducta es parte de la decadente cultura de consumo inmoderado, que hábilmente nuestros medios noticiosos han contribuido a  inculcar en la sociedad como modelo a seguir.

El arte de extender rumores es un hecho muy cercano a calumniar y a difamar, haciendo curso entre nosotros sin miramiento de lo perjudicial que resulta para la misma sociedad.

A este paso del manejo de la desinformación en general ¿a quien le podremos dar credibilidad en realidad?

¿Coexistirán aun entre nuestras autoridades, periodistas y ciudadanos en general, hombres íntegros que no se presten a inventar, esparcir o rumorear infundios o noticias vagas sobre instituciones y ciudadanos destacados?

La política se convirtió no en el establecimiento y puesta en ejecución de métodos y técnicas para conducir a los estados, sino mas bien en el arte de generar intrigas y manipulaciones que tergiversan la verdad con el fin de favorecer intereses particulares sobre los generales; pero todos sin excepción con la capacidad de evaluación basada en apariencias frívolas y sin firmes justificaciones hemos contribuido a construir esta colosal muestra de egoísmo e injusticia que socava nuestra base ética-moral.

Quien admite un chisme y lo difunde, infringe consideraciones de respeto mínimas que debemos observar para con nuestros semejantes, por lo que luego no debemos lamentarnos por ser víctimas igualmente de rumores e infundios.

He escuchado las denuncias más inverosímiles contra el alcalde de Bogotá, sin que sus responsables al menos al ser desenmascarados se excusen por sus difamaciones.

Recuerdo también las sucias maniobras de los republicanos en Estados Unidos en contra del actual presidente, al difundir dudas sobre su nacimiento en el estado de Hawái, difamando de paso a los médicos que asistieron su parto y a la institución en donde nació.

En Cali ciudad en donde resido en la pasada campaña para la alcaldía, se usó la estrategia de mancillar el nombre y origen de algunos candidatos por el simple hecho de no pertenecer a la pequeña camarilla de descendientes de la élite que ha regido sus destinos desde hace 200 años; el argumento era que los “sin cuna” alcanzaban los cargos públicos para mejorar su peculio y patrimonio como consecuencia de las prerrogativas que el poder de un cargo de elección otorga; de esta manera la conclusión simple seria que solo los de linaje pueden y deben aspirar a estos cargos. Una premisa y justificación basadas en perversos prejuicios especulativos.  

Podría continuar indagando otros ejemplos sobre esta infame costumbre, pero estimo que con los hechos citados queda claro que el ejercicio de especular y la difusión de chismes es extremadamente dañino, como lo evidencia el célebre pensamiento budista que expresa “la lengua es como un cuchillo afilado, mata sin extraer sangre”.

Solo me resta concluir con la invitación que invariablemente reitero y es a razonar antes de hablar o escribir y a no inmiscuirnos en la difusión de murmuraciones, especulaciones y chismes.

1 comentario:

  1. Como dice el Tal Presidente de Panamá, Ricardo Martinelli (cual fhüribista): "se requiere la Propaganda Negra para mostrar la verdad de los Opositores"....sin comentarios

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