martes, 26 de febrero de 2013

LA FRIALDAD DEL DAÑO COLATERAL


Puerto de Santa Marta
 Fotografia gobernacion del Magdalena
Hoy he querido considerar sobre una cantidad de eventos militares, económicos o de conflicto social, que presentan como eje común el daño o efecto colateral sobre ciudadanos o comunidades completas.

Desde la toma militar por la insurgencia colombiana de la base de las Delicias en agosto de 1996, la descalificadora frase del daño colateral se tornó para mí en una perturbadora y despreciable justificación utilizada por hombres y mujeres, que sin el menor asomo de arrepentimiento esgrimen esta infame expresión, para justificar las perdidas en vidas humanas o el menoscabo en las condiciones de vida (salud, hábitat, educación y trabajo).

Porque justamente quien invoca el efecto colateral de una operación militar o de una decisión económica, que usualmente son acciones de poca consideración moral o violatorias de todos los derechos humanos, no está dispuesto a asumir para sí mismo, su familia y amigos las consecuencias funestas que estas actuaciones traen implícitas.

Un daño o efecto colateral significa siempre victimas en algún nivel de sufrimiento o hasta la muerte de los perjudicados.

Del ataque de las Delicias recuerdo una penosa conversación, entre 2 acaudalados socios de una respetable sede social en Cali, que sin estupor o emoción alguna reseñaban la muerte de los soldados y oficiales del ejército como bajas normales y necesarias de  gentes de la clase media y baja que no afectarían en lo más mínimo el desarrollo del país, puesto que los pobres se reproducen mucho; ese día me cuestionaba ¡bajas! Pero si son seres humanos, con hijos, padres, hermanos, esposas o novias; ante esto solo atiné a reflexionar, pero que clase de gente es la que dirige a este país.

Después de 17 años y de innumerables sucesos como las muertes del World Trade Center de New York, los miles de muertos en Irak ajenos al conflicto (Fusilamiento de una familia completa desde un helicóptero Apache) los atentados del metro de Madrid, los muertos en Utoya Noruega a manos de un demente, solitario tirador que contó con la ineficiente respuesta de las autoridades de ese país, logrando asesinar a por lo menos 80 jóvenes, el derrame de petróleo en la plataforma de BP en el golfo de México que afecto la pesca por meses de la que obtienen sustento muchas familias; todas sin excepción víctimas colaterales de malas decisiones y acciones de incapaces, sigo cuestionándome sobre porque y como continúan sucediendo tantos eventos desastrosos.

En el 2008 financistas y banqueros internacionales sembraron la mayor crisis económica en 75 años, quebrando a miles de familias alrededor del mundo, desencadenando una situación tan grave que continua vigente hoy, desvertebrando la economía de naciones otrora consideradas poderosas o del primer mundo.

Políticos ambiciosos que exigen todos los sacrificios a sus conciudadanos, incluyendo la congelación de salarios o hasta en extremos su disminución como Rajoy en España, mientras para ellos continúan existiendo aumentos anuales sustanciales.

Obispos encubriendo  a sacerdotes pedófilos sin preocuparles las trágicas secuelas que las víctimas de estas afrentas sobrellevan.

Industriales para los que verter residuos tóxicos en el agua o expeler gases nocivos a la atmósfera con conocimiento de causa, es una acción justa para así no ver disminuidas sus descomunales ganancias.

Compañías mineras inescrupulosas que desestiman sus errores en sus procesos, asumen riesgos innecesarios, envenenan el medio ambiente y pretenden luego que no se les haga reclamo alguno por los daños y perjuicios a comunidades enteras, como sucede en la bahía de Santa Marta con la exportación de carbón por una conocida multinacional del ramo.

Sin la menor duda hechos escandalosos que ameritan investigaciones exhaustivas, juicios expeditos y condenas muy severas, en las que el descarado efecto colateral sea reparado sin dilación, excusas o exclusiones a sus víctimas, herederos o a las poblaciones perjudicadas.

¿Quimera?  Tal vez, pero siempre hay que recordar que el mal llamado daño colateral siempre tiene cara, respira, tiene sueños, ilusiones y derechos como cualquier otro de los siete mil millones de personas que pueblan este paraíso terrenal.

Y ningún hombre por mayor poder que ostente debería tener el derecho a decidir por otro con respecto a su vida, honra y bienes mientras no se haya violado una norma o ley.  

Lamentablemente la realidad es otra, pero no por ello debemos condescender sumisamente con todas estas violentas iniquidades.

Solo me resta como siempre invitarles a meditar sobre estas crudas e injustas situaciones.   

3 comentarios:

  1. PARA MI EN COLOMBIA UN DAÑO COLATERAL GRAVE ES SIMPLEMENTE EL SISTEMA ECONÓMICO NEO LIBERAL QUE EN UN PAÍS QUE SE DICE EN VÍA DE DESARROLLO JAMAS VA A FUNCIONAR Y LOS RANGOS DE POBREZA CADA VEZ SON MAYORES SOBRE TODO EN LOS SECTORES POPULARES.

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  2. no podemos hablar de un pais en desarrollo mientras exista tal grado de corrupcion como el que en estos momentos atraviesa el pais, y un gobierno que busca en llevar a una nacion a competir con otras tlc , neoliberalismo e inclusive en legislacion sin tener un soporte unas bases fuerte que resistan la situacion que pueda estar viviendo el pais a esto le agregamos que lo realizamos sin haber solucionado los problemas de pobreza y desempleo ademas de los desfalcos de dinero que hace rato debieron estar invertidos en soluciones para la poblacion , la pobreza cada vez mas nos entraña y con los impuestos se intenta recuperar dineros que ya se fueron en bolsillos que lo que llamamos padres de la patria y representantes de la ciudadania.

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  3. Es paradójico que el daño colateral se defina como no intencional. Una gran reflexión Carlos.Fuerte abrazo :-)

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