Presidente de Colombia |
Fotografía pagina de la presidencia de Colombia
Muy a pesar que en política se estila utilizar las
simulaciones, los engaños, los rumores, también es evidente que todos estos
recursos tienen que tener un límite moral.
No concibo como en este momento histórico en el que a pesar
de la recesión de Europa y Norte América, el país crece con cifras
convincentes, además que se intentan aplicar leyes con bastante tenor social,
como la de la de restitución de tierras, y aun así un amplio grupo de
ciudadanos pertenecientes al establecimiento, se dediquen a despotricar del
manejo del gobierno y de un hombre que aunque no ha sido de mis políticos admirables,
ha realizado una parte de su labor de manera aceptable.
Porque si terminar un torpe conflicto con Hugo Chávez y su
republica Bolivariana, es un mal paso, explíquenme cuanto nos hubiera costado
la ruina de las 2 naciones, al margen del innumerable número de muertos y de
heridos; en un conflicto fomentado por un individuo que nos gobernó y nos
encaminó a peligrosas aventuras bélicas con todos los vecinos, además que en su
delirante manejo pensó encontrar el apoyo para su escalada militarista regional
en el imperio norte americano, como lo demostraron los documentos wikileaks; y
ahora perturba de manera cínica y anti patriótica el manejo de la actual
administración.
Será que relanzar a Colombia ante la comunidad internacional,
continuar combatiendo al siniestro enemigo guerrillero, además de todas las
otras manifestaciones delincuenciales que asolan al país, no ha sido parte
manifiesta de la labor de Santos aun con sus errores y aciertos o yo estoy
leyendo cifras y documentos imaginarios.
Quizás este ha sido el único presidente que ha podido
eliminar a 2 de los mas temibles miembros del secretariado de las Farc, en un
solo periodo de gobierno y a pesar de todo ello la derecha conservadora desde
la popular a la aristocrática lo deslegitima, todo porque trata de alguna
manera de encontrar las herramientas legales necesarias para tratar algunos
acercamientos hacia la reconciliación nacional.
Francamente somos un país de fanáticos y barbaros, que aun
teniendo educación desde la media a la
superior, nos negamos a aceptar y a
comprender que no existen los éxitos militares absolutos en los conflictos
irregulares de baja intensidad, como el que vive nuestro país desde finales de
los años cuarenta.
O cambiamos de actitud y pensamientos o tendremos otros 60 o
100 años más de conflicto interno.
Esa es la única y evidente realidad, la decisión es de todos,
negociamos un camino hacia la tolerancia y la paz, o soportaremos
indefinidamente y regularmente más actos violentos contra la población civil.
No pueden las fuerzas militares, la policía y las demás entidades
de control asegurar en el 100% el territorio nacional, y menos dar la completa
seguridad y tranquilidad a 46 millones de colombianos.
La reflexión es muy simple, o le seguimos el juego descarado a
esta dirigencia conservadora malintencionada, o rodeamos al presidente y su
gobierno en la necesaria exploración de métodos, hasta encontrar esa brumosa
por ahora paz.
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