Cuanto quisiéramos la gran mayoría
de los ciudadanos en este país, que se pasara de la pagina de la intensa
violencia hacia la de la tranquilidad; más cuando nos sacuden sucesos como el
acaecido, el martes 15 de mayo hacia el medio día en Bogotá.
¿Por qué como muchos se lo
preguntan hoy? Siempre que se entabla
alguna probabilidad de crear las bases legales, para tramitar las resoluciones
necesarias e iniciar las negociaciones de acuerdos para la paz, ocurren estos
hechos de violencia extrema.
¿Qué fuerzas oscuras torpedean
toda posibilidad de que los colombianos podamos algún día disfrutar de absoluto
sosiego?
Y cuales son los inmensos
beneficios que perciben estas fuerzas oscuras, para
promover la violencia
sistémica, oponiéndose con el máximo rigor a cualquier intento de enarbolar
principios legales hacia la paz.
Por lo pronto la única explicación
que puedo encontrar a tanta demencia, es establecer como se define el
extremismo político, y así entender como estos exóticos personajes justifican
su trastornada manera de actuar.
El extremismo procede del hecho
de identificarse con el carácter maximalista, expresión que determina a los
partidarios de las soluciones mas extremadas en el logro de cualquier
aspiración.
De ahí que el remedio de la
violencia en cualquier nivel, está legitimado bajo este criterio del
maximalismo.
Ahora establezcamos varios cortos
conceptos, emitidos por especialistas y estudiosos de las ciencias políticas,
para así intentar comprender que sucede en el país.
Seymour Lipset y Earl Raab, lo definen
al extremismo como la tendencia a rebasar los limites de los procedimientos
normativos, que definen el proceso político democrático.
Silvano Belligni, catedrático de
ciencias políticas de la universidad de Turín lo define como un modelo de acción
política adoptado por un movimiento o grupo político, que rechaza las reglas de
juego de una comunidad política y que actúa para modificarlas radicalmente.
Vale la pena aclarar que el
término radicalismo político, no es sinónimo de extremismo, pues claramente los
expertos en el tema definen que es un gran error comparar como iguales estos 2 conceptos.
Ya establecida una idea de a lo
que se refiere el pensamiento extremista,
identificaré unas características propias
de este proceder.
El extremismo se vale de la violación
de los procedimientos legales existentes, bajo la premisa del fracaso de todas
las vías legales alternativas.
Lo extra legal se ampara en la
obtención de unos fines políticos de carácter maximalista, aunque no
necesariamente siempre este sea su interés.
Para definir la obtención de lo
que se desea, acepta el uso de las medidas de fuerza y por este medio justifica
el uso de la violencia y el terror.
El extremismo tiende a considerar
ilegitimo el orden sociopolítico establecido, por lo cual legitima los métodos de
crueldad para combatir ante la ilegitimidad del orden vigente, e implantar la
llegada de un nuevo orden.
El extremismo rechaza
tajantemente el pluralismo de conceptos, la negociación y el consenso que se
logra entre la mayoría.
Tanto la extrema izquierda como
la extrema derecha se sirven de recurrir a la justificación de sus luchas y
causas, bajo este concepto del extremismo.
Lo que me lleva a recordar como
Maquiavelo en su obra el príncipe, definía que en algunos momentos un príncipe,
deberá tomar decisiones crueles, en las que no pueden tomar parte sus creencias
religiosas, su humanidad y la caridad para con sus gobernados, con tal de
mantener su estado.
Así que con la observancia de
este precepto de control político establecido desde el siglo 16, que no admite
reglas morales ni sensibilidad humana alguna, comienza las justificaciones para
este aberrante modo de actuar.
Este concepto también ayuda a
entender porque los extremistas de derecha actúan con el interés de mantener el
estatus quo y los de izquierda con la creencia
de renovar el orden establecido.
Al leer y comprender las razones
que esgrimen los extremistas para actuar, se establece que en Colombia hay una
inmensa necesidad de mantener nuestro actual estado de guerra y anormalidad
social; queda para el juicio de cada uno de los lectores, establecer cuales son
los estamentos sociales beneficiados, con estas circunstancias por las que
atraviesa nuestra sociedad.
Finalmente no olvidemos que como
colectivo somos muchísimos más, y solo unidos podremos vencer a estos fanáticos,
que con su demencial proceder tratan de mantener posiciones y privilegios, sacrificándonos
a todos sin ningún miramiento de misericordia.
Termino con la inmensa esperanza
que esta vez las investigaciones esclarezcan los hechos, e identifiquen sin
sesgo alguno a todos estos malhechores, para poder continuar en la búsqueda de
las bases legales necesarias, para negociar una paz duradera.
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