Santos Clausura Mundial sub 23 |
Mi interés de hoy es evaluar, tras todos estos episodios de
violencia que lecturas emergen de fondo.
Reflexionemos de por que un soldado norteamericano, educado
bajo patrones religiosos y morales cristianos normales, pierde aparentemente la
cordura y asesina a sangre fría a 17 personas entre mujeres niños y ancianos,
sin una razón aparente en una zona de Afganistán que no era de lucha intensa,
pues era un caserío habitado por elementos no radicales.
Repasemos como un ciudadano Francés, de origen Argelino de 23
años y de religión musulmana, decide asesinar a tres soldados de su país recién
llegados del frente en Afganistán y a 3 niños y un profesor judíos, como parte
de un plan de ajusticiamientos religiosos, en contraprestación de hechos
cometidos
contra musulmanes en medio oriente y en el mismo Afganistán.
Evaluemos como hace unos meses en la muy equilibrada Noruega,
un ciudadano de ese país, eliminó sin el mayor remordimiento a 85 personas la
mayoría menores de edad, con el inverosímil argumento de una limpieza moral,
contra una facción política de su nación que tolera y aprueba la inmigración de
musulmanes a su país.
Ahora consideremos los sucesos que con mayor frecuencia
ocurren en la unión americana, en donde energúmenos bien armados, acometen
ataques contra compañeros de estudio o en mítines políticos, como ocurrió hace
un año en Arizona, en una reunión de la congresista Grabielle Guilford.
Todos estos hechos en común están recogiendo expresiones de
descontento extremo, por parte de sus protagonistas, en contra de ciudadanos
inermes y desprevenidos, dejando entrever que estas sociedades justas,
comienzan a agrietarse gracias a las presiones económicas y al desbordado
esfuerzo propagandístico de las soluciones por medio de la guerra en general.
Ahora repasemos algunos hechos en nuestro país.
Que lectura nos pueden dar las cruentas luchas entre
aficionados al fútbol que generan cientos de heridos entre leves a graves,
además de algunos muertos, con el perjuicio adicional del vandalismo contra
vehículos, establecimientos de comercio y residencias en general aledañas a los
estadios; o que podemos interpretar de las protestas en Bogotá en contra del
mal servicio de transporte masivo, que se convirtieron en asonadas mayores
contra las estaciones, taquillas y mobiliario general del sistema.
¿Estaremos asistiendo al surgimiento de un nuevo foco de violencia
y descontentos sociales, que por ahora no tienen ningún contenido
político, religioso u orientación que
ponga en peligro la estabilidad en nuestras capitales?
Ojalá nuestras diligentes autoridades de convivencia y
seguridad ciudadana, ya estén analizando estas nuevas manifestaciones de
vandalismo, antes de que crezcan y se transformen en un movimiento y conviertan
a nuestras ciudades en lugares invivibles para los demás ciudadanos.
Realmente el descontento social en el mundo crece, y todos
estos hechos son la punta de un iceberg que emerge ante la indiferencia de
líderes económicos y políticos.
Racismo, conflictos religiosos, fanatismo político, deportivo
e intolerancia de minorías, no son un buen antecedente para una sociedad humana,
que en el siglo XXI busca convivencia política y religiosa, equidad de género,
respeto a las minorías, educación de calidad y disminución de la pobreza
Ojalá todo no se resuelva con las usuales medidas represivas
policiales, que solucionan el efecto temporal de las protestas, mas no eliminan
el origen de las mismas ni su continuo combustible, gracias a los conflictos e
iniquidad sin resolver en tantos rincones del planeta.
Obviamente me preocupa mucho mi país, y deseo que desde ya se
estén haciendo los análisis, del por que se concentran hordas de jovencitos en
los semáforos, antes de los encuentros futboleros a pedir dinero bajo coerción,
a automovilistas y peatones, sin control alguno de la autoridad, y se tomen las acciones correctivas para que estas
manifestaciones agresivas también se
eviten. Porque esto es solo el comienzo de eventos que pueden transmutar a
situaciones mas violentas, solo imaginen a un afectado armado que tome sus
propias medidas de defensa, lo que desencadenaría una tragedia que aun estamos
a tiempo de evitar.
Nuevamente vemos en todos estas acciones los síntomas de una
enfermedad del colectivo, ocasionada por las profundas desigualdades sociales,
representadas en la deficiente o nula educación, la falta de oportunidades de
económicas para acceder a una vida digna, además de los fanatismos religiosos,
étnicos y políticos todo mezclado como un poderoso cáncer social que comienza a
mostrar sus metástasis.
Las soluciones son muy claras y estas contempladas en las
famosas metas del milenio, que por ahora parecen letra muerta para la gran
mayoría de habitantes del planeta.
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