Diseño archivo StocK Fotos
Por
varias semanas la gran mayoría de conciudadanos, hemos debatido, cuestionado y
opinado, sobre las incipientes negociaciones que establecen el cronograma que
determinará las bases de los acuerdos para iniciar unos diálogos constructivos
de paz con los insurrectos.
Lo
que si no hemos discutido y analizado, es la naturaleza beligerante propia, que
poseemos todos los colombianos y que se evidencia en abundantes sucesos del
acontecer diario en ciudades, pueblos y provincias.
En
la hacienda las Pavas al norte del país, se advierte la realidad del conflicto por la tenencia de la tierra, que
diariamente se experimenta en Colombia; hace pocos días el Incoder determinó
como baldíos los 4/5 partes de la hacienda, terreno que ha estado en una larga
disputa entre labriegos desplazados e inversores agroindustriales; pero a pesar
de la medida gubernamental, esta no ha
inquietado en lo más mínimo al grupo de empresarios que se hallan en disputa con
los campesinos analfabetos, y mas vale si ha alentado una nueva campaña de
intimidación armada en contra de los pobres labradores, tarea asociada a un
comportamiento condescendiente de la autoridad policial y militar, que no
intervenido de manera categórica y decisiva para controlar estas amenazas, que
vienen siendo denunciadas desde hace meses por comunicados de prensa y blogs.
En
Cali la puesta en ejecución de la última etapa de chatarrización de los buses
tradicionales, además de la implementación de nuevas rutas del sistema integral
de transporte, ha dejado al descubierto un penoso conflicto social, que desnuda
la perdida del sustento a más de 2000 familias que obtienen sus ingresos del
antiguo sistema de transporte.
Como
racionalmente y objetivamente es absurdo oponernos a la modernización del
sistema de transporte de la ciudad, debo cuestionar al alcalde, a la presidente
de Metrocali y al secretario de transito municipal, quienes vienen actuando despreocupadamente sobre las
opciones a tomar para disminuir el impacto económico y social sobre estas
familias, además que estos funcionarios
dejan entrever la común improvisación que caracteriza a los burócratas colombianos, patentizada en
el caos que por estos días reina debido a que se desbordo el uso ante la
precaria planeación, desorden auspiciado por la extrema congestión de pasajeros
en los terminales del sistema, ofreciendo la oportunidad para el vandalismo,
los hurtos y los accidentes, que testimonian sin duda la improvisación y la
ineptitud de las autoridades nombradas; asunto que sin lugar a dudas es una
nueva semilla para mas intolerancia.
Ojalá
que todo esta desorganización y deshumanización de los 3 burócratas citados, no
desencadene en asonadas y motines contra el mobiliario urbano, los comerciantes a
los largo de las rutas o los mismos
vehículos de transporte, como ya se vivió en Bogotá hace unos meses por causa
de abusos parecidos a los que actualmente enfrentan los usuarios caleños.
Igualmente
hay que aunar a estos acontecimientos señalados, otro grupo de hechos que
sembrarán más desesperanza y menoscabo a la tranquilidad de miles de familias,
acciones que son indiscutiblemente el principio de nuevas manifestaciones
violentas de inconformismo y malestar.
El
reciente posesionado ministro de salud, Alejandro Gaviria economista ex decano
de dicha facultad en la prestigiosa universidad de los Andes; talentoso y docto
profesional que encaja en el típico modelo de tecnócrata frío y acompasado al
rígido patrón neo liberal, justifica sus decisiones en la clásica teoría
económica y en la econometría pura, sin realizar la mas mínima
consideración en que sus esfuerzos como
ministro de salud, no son para promover y proteger al gran capital (Eps), sino
para impulsar el mejoramiento de la prestación del servicio de salud en todo el
territorio nacional, esencialmente con geniales y audaces propuestas en torno
al uso de los servicios clínicos y la administración de medicamentos de alto
costo, fundamentales en el tratamiento de las enfermedades catalogadas como
catastróficas; pero no, el buen funcionario público ya encontró la solución al
vasto problema con la salida mas elemental, que consiste en limitar vía
reglamentación por decretos, la posibilidad de que los jueces de la república a
través del instrumento de la tutela a derechos fundamentales, obliguen a los
prestadores de servicios de salud a cumplir cabalmente con sus obligaciones
clínicas y de entrega de medicamentos esenciales para dichos padecimientos.
Los
actuales ministros de minas y de hacienda, haciendo gala de su gran preparación
académica, continúan con su obstinado discurso en donde de manera creativa
defienden el continuo aumento en los precios de los combustibles, a pesar de
ser nuestro país productor y exportador de petróleo, presionando con ello el
encarecimiento de los productos básicos de la canasta familiar.
La
proliferación y pugna entre pequeños grupos de narcotraficantes como resultado
de la captura de los grandes capos de la nueva generación, ha cimentado un
crecimiento de la violencia sicarial, con el permisivo ingrediente de la
explotación de menores de edad en tan lesivas actividades, gracias a nuestra
endeble política penal, que beneficia con penas mínimas, los delitos atroces en
los que se encuentran incursos los menores de 18 años.
Todo
un recrudecimiento de la violencia en regiones como la costa Atlántica, el Valle
del Cauca y Nariño entre otras, sin que autoridad alguna, plantee soluciones o
al menos estrategias convincentes para combatir este nuevo flagelo.
Por
todo ello considero, que con la ilustración que hoy he desarrollado, se puede
concluir que hay una gran cantidad de factores perturbadores de la
tranquilidad, que pueden actuar como semillas para germinar en nuevos
conflictos o en la aparición de nuevos focos de insurgencia, como consecuencia
de políticas mal concebidas, mal encaminadas además de mal ejecutadas y que son
lineamientos generales que emergen desde la presidencia.
De
no corregirse todas estas dificultades, con certeza que por más esfuerzos de
concordia que se pretendan establecer con la guerrilla de las Farc y del Eln,
en poco tiempo continuaremos en los mismos aprietos, ocasionados por los nuevos
actores, perpetradores de violaciones y constreñimiento.
Con
esto pretendo iniciar el debate para que resuelvan con sensatez y humanismo muchos
de los acontecimientos expuestos; haber si alguna vez el tema de la violencia
en Colombia se convierte en relatos y crónicas del pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario