Los
vaivenes de la campaña presidencial de los Estados Unidos, resultan para muchos
de mis compatriotas como acciones entre inverosímiles a intrascendentes, por
consecuencia del desconocimiento informativo del porqué esta elección autónoma
de los ciudadanos de ese país, al escoger su próximo líder entre la derecha
republicana o la centro derecha demócrata, afectan en el planeta, gracias al poderoso
predominio que ejercen sus recomendaciones y dictámenes en política exterior,
sobre el resto de naciones en casi todos los continentes.
Por
ello surge el asombro, que a partir de las decisiones y aplicaciones políticas en
su economía doméstica, (control al desempleo y disminución de la pobreza y del déficit
fiscal federal) además de la solución a muchos de sus problemas sociales (atención médica
o Medicare, matrimonio homosexual, aborto e inmigración) temas que son los que
realmente motivan la participación del electorado de ese país, para favorecer
en las urnas a una de las dos propuestas, terminan por enfocar la dirección comercial,
militar y social de gran parte de américa latina, Europa, medio y extremo
oriente.
Basta
con recordar como desde la política antidroga, el control a la inmigración ilegal
desde sur y centro América con destino a ese estado, los desequilibrios de
balanza comercial, el armamentismo ilegal y el control al contrabando de
precursores químicos, hasta nuestro incipiente proceso de paz penden del apoyo,
recomendaciones y determinaciones que el departamento de estado impone en la
región.
Tratándose
de Europa que es considerada con un poco mas de respeto y deferencia,
encontramos que las decisiones de la FED y las maniobras crediticias y
especulativas de los grandes bancos con asiento en esa nación, han permitido
que la crisis de credibilidad y la inestabilidad de la moneda única, se
extienda ya por varios años, sin avizorar mejoría en el mediano plazo.
En
cuanto al medio Oriente, su influjo en precipitar la ola de descontento y
protesta social, desde Túnez hasta Siria, ha transformado la estructura
geopolítica del mediterráneo oriental, presionando o eliminando a líderes considerados
hasta hace un largo año como inamovibles, como por ejemplo Mubarak en Egipto o
Gadafi en Libia.
Por
todos estos procederes es que resulta de interés para muchos de nosotros,
simples observadores sin decisión alguna en este proceso, a escuchar e informarnos
sobre las propuestas que estos líderes en competencia comunican a sus
electores, lo que nos advierte sobre como el gobierno que resulte elegido,
terciará en muchísimas de las discusiones y resoluciones gubernamentales que
nuestros gobernantes deberán acoger y que atañeran directamente sobre nuestras
vidas.
Finalmente
expresiones lanzadas durante la campaña o los debates por el candidato
republicano, manifestando que China es un estado terrorista por mantener depreciada
de manera artificial su moneda, o acusar a Rusia de fomentar el terrorismo de
estado por favorecer y apoyar al gobierno de Siria, son muestras de su
diplomacia virulenta, que no vacila en arremeter en contra de las otras dos
potencias que equilibran el panorama geopolítico mundial, motivo adicional para
inquietarnos en cuanto a quien asumirá la dirección y orientación de ese país
por los próximos cuatro años.
Resulta
por tanto casi insólito que la decisión soberana sobre política interna de
millones de ciudadanos estadounidenses, se convierta de manera tácita en una
determinación sobre la subsistencia de cientos de millones en el planeta
entero.
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