Simulacros para elecciones |
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Este domingo 9 de marzo, de nuevo
se evidenció que conviven dos países dentro de una misma nación.
56.4% del potencial de electores no
participó en la jornada electoral, a ello anexemos Un Millón setecientos
cincuenta mil cero setenta y uno sufragios nulos, además de cuatrocientos
ochenta y nueve mil ochocientos cincuenta y tres sin marcar; elevando
inmensamente el número de ciudadanos que no determinó quienes son los candidatos
al congreso idóneos para representarles.
Así que el guarismo de quienes no
escogieron pasa del 56.4% al 63.2% lo que debería alarmar a los gobernantes de
cualquier país, con claras reglas de civilización y convivencia; mas en el
nuestro solo alimenta estadísticas y provee material para que algunos
conciudadanos reflexionemos sin mayor éxito sobre el asunto.
Por tanto la responsabilidad de
escoger al congreso reposa sobre el 36.8% de la población, que se clasifica en
una alta proporción como de derecha o de extrema derecha, y una minoría que
representa al centro y a la izquierda moderada, dejando a la izquierda extrema
sin participación alguna.
En el Valle del Cauca la abstención se
situó en el 86.3%, cifra muy decepcionante que solo escenifica el total
desencanto de la ciudadanía con la actual clase política, además de evidenciar
la impericia en los métodos de participación ciudadana; responsabilizando la
escogencia de candidatos al senado y a la cámara en las maquinarias
clientelistas y en un pequeño grupo de electores de opinión.
Aún me encuentro aturdido, basado en
el raciocinio en que jamás habría convergido, una urgencia tan explícita en
tomar decisiones electorales y la elevada desidia para elegir el congreso que
deberá legislar las leyes para la paz y el post conflicto en Colombia.
Con estos resultados, queda manifiesto
el desinterés mayoritario de cómo y quienes conducirán el estado, además de la
incultura profunda de cuanto afecta al ciudadano de a pie, la elección de
legisladores capacitados y estructurados ética e intelectualmente, para que de
manera puntual y sin ambigüedades redacten normas que no admitan tantas
interpretaciones o que solo favorezcan a los clanes que ostentan la supremacía
industrial y financiera.
Como si fuera poco un presidente mediocre
como casi todos sus antecesores, ha enarbolado la bandera de la paz con un plan
aparentemente claro o al menos con un poco de prudencia, comparado con el organizado
por el mentecato de Andrés Pastrana, quien entregó la institucionalidad y el
orden del país a la guerrilla en la zona de distención, siendo un laboratorio
de ingratos recuerdos.
¿Qué querrá? Este 63.2% que no eligió
en los comicios más trascendentales de los últimos 50 años.
Como medir si es la simple apatía, la
ignorancia o el desencanto; o todos los factores se conjugan en este
comportamiento del pueblo de Colombia.
Solo resta opinar, que si la
posibilidad de transitar y conocer un país en paz no anima a mis compatriotas,
resulta como imposible encontrar nuevas motivaciones para interesar a la gran mayoría
en participar en futuras convocatorias electorales.
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