Fotografía Web Bogotá Humana
Existen palabras cuya composición y origen resultan inusuales
por el escaso uso que hacemos de ellas y “Maniqueo” del latín “manichaeus”,
estimo que concuerda con esta premisa.
Por tanto recordaré cuál es su esencia más prístina.
Etimológicamente se refiere a profesar la doctrina de Manes
erudito Persa, que habitó en el siglo III, y cuya filosofía contenía dos
principios fundamentales la luz y las tinieblas.
En la actualidad se usa para designar a las personas que no
diferencian matices y que tienden a concebir una separación drástica entre lo
bueno y lo malo.
Y esta es cabalmente la condición presente en donde se
encuentra la sociedad colombiana, polarizada y sin una escala de tonalidades
que suavicen esta disposición.
Nos hemos convertido en un colectivo en donde los
compatriotas adscritos al conservadurismo y sus vertientes visibles en el país,
Partido de la U, Cambio Radical, Centro Democrático, Partido Conservador y el
mal llamado partido Liberal, definen la conducción de la nación con el férreo guión
promulgado por el selecto grupo de familias que rigen los destinos desde hace
200 años; sin permitir la irrupción de nuevos afiliados al selecto club.
Existe otro grupo que es el de los rebeldes, que de alguna
manera pretenden regir la nación con mayor equidad.
En el primer grupo sobresalen entre sus voceros con notable
beligerancia, el procurador general, el ex presidente Uribe, el actual
presidente Santos, el ex ministro Vargas Lleras y sin duda los representantes a
la sombra de las 20 grupos empresariales más importantes.
En el segundo clasifican escritores como Julio Cesar Londoño,
Fernando Vallejo y William Ospina; periodistas como Hollman Morris, Antonio
Morales, Antonio Caballero y Daniel Coronel además el ex alcalde Gustavo Petro,
los senadores Avellaneda, Claudia López, Jorge Robledo y las representantes
Angélica Lozano y Ángela Robledo.
El asunto no revestiría mayor complejidad y figuraría como
los pesos y contra pesos del sistema; pero en el primer grupo están inscritos
los medios periodísticos con la mayor cantidad de lectores, los que tienen un
número superior de escuchas o los que manejan la mejor cifra de televidentes.
Este pormenor garantiza que la población reciba su dosis
diaria de información acorde al libreto establecido que proviene de los grupos
económicos que sostienen a estos medios; en donde ciertamente la imparcialidad
y la ética periodística han fenecido.
Morales, Sánchez, Arismendi, Gómez y otros monarcas del
micrófono, deleitan a la audiencia desde las 5 de la mañana, disparando sus
incendiarias y desobligadas palabras, contra todos aquellos se interpongan con
los objetivos de los dueños del país.
Este infortunado tratamiento ha contribuido con aumentar la
polarización de la república; y hoy en día escuetamente somos de derecha o de
izquierda sin alguna otra posibilidad; gracias a los conceptos eminentes y
preclaros, que acuñan estos dueños del saber y del conocimiento, emanado del argumento
que fielmente leen todas las mañanas, apoyados en sus grupos de alfiles, devotos
componentes de sus mesas de trabajo, que no son más que una partida de
aduladores lisonjeros que están solo ahí por defender sus salarios y prebendas.
Claro entre todos se auto alaban y se premian en unos muy
elocuentes y poco fiables concursos periodísticos, para hacernos creer a todos
que son dignos de respeto y admiración por su transparencia y esforzado
trabajo.
Hasta aquí nada nuevo en la republiquita bananera de Colombia;
pero el miércoles 19 de marzo, nuestro déspota mayor decidió que el derecho
internacional que nos protege de la tropical y cantinflesca manera de
interpretar la ley, ya no aplica para el país.
Ahora los desatinos de los tribunales, los excesos de los
militares y los menoscabos producidos por las deficiencias del estado no tendrán
respaldo en las leyes del sistema interamericano. Con un plumazo retrocedimos al menos 80 años
como en los tiempos de las bananeras.
¿Qué nos dispensará en el mediano plazo esta arrogancia de
nuestros líderes?
Al menos espero que el ambicioso de Santos no sea reelecto a pesar
de tener el mejor naipe en las manos; como una consecuencia directa de su falta
de tino electoral, ahogando con ello su intención de gobernarnos por otros 4 años.
Hoy no recomiendo reflexiones, las actuales circunstancias
desaniman y desconciertan; solo guardo la esperanza que pase pronto la oscura
noche en que nos han metido Santos y el procurador Ordoñez.
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