A la Derecha Señor Arsenii Yatseniuk primer ministro de Ucrania |
Fotografia Sitio web del gobierno de Ucrania
¿Cómo pueden dos repúblicas tan distantes y con un desarrollo
histórico tan disímil tener correspondencia?
Bueno, antes de lanzarme en la justificación de esta aparente
imprecisión, resulta imperativo conocer un poco de la historia de cómo nacieron
ambos estados.
Ucrania como identidad nacional es una región con al menos
1000 años de antigüedad, poblada por Eslavos que sustituyeron a los Escitas y a
los Sármatas, alrededor del siglo VII después de Cristo.
Luego de las sucesivas conquistas y ocupaciones por los
reinos, ducados y naciones vecinas, además de la repartición de su territorio para
conformar otras repúblicas; se convierte a partir de 1921 en el país que hoy
reconocemos, y junto con Rusia y otros estados constituyen la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, pero sin la península de Crimea que fue Rusa hasta 1954
y es la razón fundamental del actual conflicto.
Venezuela es una nación creada a partir de la emancipación de
España en 1819 y más tarde escindida de la gran Colombia en 1829; estado
inicial que aglutinó a Ecuador, Panamá, Colombia y Venezuela.
De ahí en adelante vivió una etapa de repetidas sustituciones,
coaccionadas por la fuerza de las armas o del poder económico de sus castas
dominantes; sufriendo de periodos dictatoriales, hasta encontrar una senda
democrática a partir de 1958.
Ucrania a partir de su independencia de la Unión Soviética en 1991,
soportó inestabilidad en su dirección con cambios bruscos entre fuerzas políticas
pro rusas y nacionalistas ucranianos; en 1994 planificó y ejecuto sus primeras
elecciones libres que no aportaron la estabilidad esperada.
Venezuela hasta 1998 conservó el sucesivo relevo entre los
partidos COPEI democracia cristiana, y AD acción democrática, en ese año esta
cíclica sustitución fue quebrada por el movimiento de Hugo Chávez.
Ucrania ha continuado su desestabilizadora senda que enfrenta
a dos grupos étnicos polarizados, los
descendientes rusos quienes desean orientar al país hacia la influencia de
Moscú o los nacionalistas ucranianos los cuales anhelan ser más europeos y aspiran
pertenecer a la Unión Europea, bajo la supervisión de Bruselas; desatando el trance
que hoy nos obliga a reflexionar sobre esta nación.
Venezuela llego a la problemática actual a partir de la
herencia de despilfarro económico, con la cual ha sido administrada desde
mediados de los años 80s.
El tercer exportador de petróleo en el mundo había dilapidado
su inmensa fortuna por acción de las funestas administraciones del COPEI y AD;
y no solo por las ambiciosas elucubraciones geopolíticas de Chávez, quien
procuró con un descomunal esfuerzo estructurar la productividad agrícola
pretendiendo la autosuficiencia de alimentos para toda la población; programa
fracasado por la orientación natural del venezolano a la explotación pecuaria.
Los dos estados coinciden hoy en día, en enfrentar una polarización
de su población como nunca en su historia, en donde cada bando persigue
intereses económicos y políticos opuestos.
Ucrania no es un país de economía fuerte, pero su población
es austera, enseñada al trabajo duro y a la disciplina, además de como buenos
eslavos, sus pobladores están acostumbrados a los regímenes de carácter estatista;
así que si Moscú y Bruselas dejasen de intervenir y causar rivalidades, saldrían
ellos de sus vicisitudes a paso lento y firme.
Venezuela no tiene clase campesina de vocación agrícola, por
ello y ante sus inmensos territorios llanos, la ganadería intensa es su máxima ocupación
en estas actividades, además de poseer la herencia española de trabajar con el
menor esfuerzo como en el resto de américa latina; pero solucionando sus fricciones
internas podría recuperar la senda de la prosperidad por medio de sus
exportaciones mineras que incluyen también aluminio, hierro y acero a parte del
petróleo.
Por otra parte existen similitudes en cuanto a los orígenes de
los actuales conflictos que polarizan a sus ciudadanías; en ambos casos fuerzas
exógenas propulsan la inestabilidad económica y social con el fin de sacar
provechos geopolíticos; en Suramérica la derecha desea que el modelo venezolano
colapse evitando el contagio hacia otras naciones. En Europa Rusia no quiere
tener un estado tan pro europeo y quizás futuro miembro de la OTAN en su frontera
inmediata. Lamentablemente toda esta inestabilidad social puede lanzar a ambas repúblicas
a guerras de tipo civil, en donde resulta especulativo predecir un desenlace en
favor de algún bando, ante las presiones que sus gobiernos soportan en la
actualidad.
Venezuela está cercana de entrar en un conflicto interno de carácter
civil.
Ucrania está a portas de una invasión Rusa, con consecuencias
impredecibles para Europa.
Por todo lo anterior deseo que en ambos casos prime la
sensatez entre los involucrados y llegue la solución negociada. Y como lo
pudieron observar a pesar de sus orígenes tan diferentes, su problemática actual
los acerca por el origen común de sus conflictos que reside en una
inestabilidad auspiciada desde el exterior, una profunda crisis económica
asociada al despilfarro de recursos y a la guerra sucia contra sus gobiernos y
a la polarización que los acerca a la guerra civil.
Tanto Venezuela y Ucrania, supuestamente con gobiernos socialistas, dependen de Rusia, cuyo gobierno es fascista y expansionista....
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