Presidente Santos con altos mandos militares |
No
se podría encontrar un resultado mas guarro, como consecuencia del famoso
homenaje realizado a favor del mártir de la derecha en Bogotá.
De
este desventurado acontecimiento solo se desprenden, el uso para beneficio político de la
guerra, la veneración a la violencia y al lenguaje desgastado de una campaña en
contra del terrorismo de izquierda, olvidando de manera evidente a las otras
fuentes generadoras de violencia en el país.
Este
estilo de hablar y de actuar plagado de características tozudas, solo es el método
que de manera reiterada enarbolan, el señor expresidente y su escudero mayor el
señor Gaviria, auxiliados por el lenguaraz acólito y nuevo mártir de la causa de
la extrema derecha, el señor Londoño, que de manera astuta confunden a una opinión
pública que obnubilada, se deja seducir sin mayores fundamentos con su manido
discurso del control de la violencia guerrillera y terrorista, que según este
trio se ha convertido en una empresa ardua para el actual gobierno.
El
asomo del renacer guerrillero en el país, no es mas que la adaptación al nuevo
estilo de conflicto que ahora se desarrolla en la nación, y puntualmente en el
departamento del Cauca se escala gracias a factores sociales, geográficos y económicos
de muy vieja data, por lo que resulta oportunista y cínico resaltar este
accionar subversivo, como el resurgimiento de una nueva
perdida del control territorial, acción que en 60 años de conflicto nunca ha podido el
estado implantar por completo a pesar del apoyo militar y policial, porque de
haber transcurrido de otra manera ya no existiría la guerra actual.
Da
tristeza encontrar a ciudadanos del país, que quieren enterrar un pasado de
corrupción, por favorecer un supuesto estado de seguridad, que hemos
descubierto solo ha sido el producto de un impecable manejo de medios
noticiosos, unido a un desvirtuado conjunto de éxitos militares, que arrojaron
una escabrosa realidad sobre asesinato de civiles ajenos a las hostilidades,
como una justificación del victorioso despliegue táctico y de fuerza frente al conflicto;
estos crímenes son conocidos por el país como los falsos positivos, por los
cuales ya se encuentran militares condenados.
Flaco
favor le hace a la frágil democracia colombiana, el desacertado discurso que
incrementa los triunfos de la insurgencia, alienando al colectivo con la falsa
idea de haber regresado a aciagas épocas ya superadas
de violencia y terror.
Si
realmente hay algo que desterrar en este país, es ese maligno cáncer de la corrupción,
madre de la desigualdad económica, del atraso vial, del desequilibrio judicial,
de la insuficiente prestación médica, del hambre y la desnutrición de millones
y de la descomposición moral del estamento policial y militar, que ha llevado por
estos días ante los tribunales norteamericanos a un general retirado de la policía,
a parte de las notas escritas por un reconocido cabecilla del narcotráfico que
enlodan a militares de elevado rango y a altos miembros del aparato de
justicia, notas que recientemente han sido publicadas por los medios
nacionales.
En
vez de invitar a la deslegitimación del actual accionar del gobierno y las
fuerzas militares, este grupo de falsos patriotas, debería de enmendar su
actitud y respaldar al presidente y sus políticas en la búsqueda de la paz y la
tranquilidad del todo el colectivo.
Confío
en que la inmensa mayoría de los ciudadanos, descubran el fraude en este
discurso patriotero manipulado, que solo busca el beneficio de un grupo social privilegiado
que alimenta su codicia y avaricia, sin inquietarse por el porvenir de la
inmensa mayoría del pueblo de Colombia.
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