Firma del TLC con Europa |
Fotografía pagina web ministerio de comercio exterior
La
globalización es la tendencia de las empresas y los mercados a extenderse
alcanzando una dimensión mundial, que sobrepasa las fronteras nacionales; y ese
es el significado entregado por el RAE sobre este término, una de las palabras
mas usadas por académicos, organizaciones de trabajadores, políticos y el
publico en general, además de espanto de agrupaciones de izquierda, sindicatos
y de algunos economistas.
Concepto
ultrajado y venerado en el mundo actual, según la conveniencia de quien lo
aplique y de los resultados benéficos o nocivos que produzca, sobre los
diferentes estamentos de la sociedad.
Es
en verdad la avanzada del modelo económico y social presente, que se refleja
hoy en día en las decisiones políticas y administrativas a nivel mundial, de
ahí la imperiosa necesidad de establecer el control de su desmesurado poder,
gracias a que se sobrepone sin dificultad sobre las fronteras nacionales, las
leyes y el control individual de los estados.
Entre
sus principales inconvenientes, esta la continua violación por parte de las
empresas multinacionales o conglomerados transnacionales de los códigos medio
ambientales, los derechos de los trabajadores, el estimulo a la violencia, al
desplazamiento forzado y la injusticia en general, apoyando a gobiernos violadores
de los derechos humanos, principalmente en los países subdesarrollados.
Esta
apariencia ilegal y legítima al mismo tiempo, ha permitido a los expertos en
los temas sociales, a definir la conducta de la globalización empresarial como
la promotora de la política de los dobles estándares, que consiste en el
respeto dado a todas las leyes y normas ético-morales en los países de origen
de las empresas, en contraste, con la parcial hasta la absoluta violación de
ellas en los países subsidiarios o satélites.
De
ahí que la globalización al no respetar leyes nacionales y fronteras, tiene el
gran poder a través del lobby de quebrantar la actividad empresarial honesta y
fomentar la corrupción gubernamental, llegando a extremos de promover hasta
guerras civiles con fines de desplazamiento interno, para explotar extensiones
de territorio sin obstáculos como ha sucedido ya en África; también se vale de
la contratación para ensamblaje o producción de partes, con naciones que
desprecian todas las leyes laborales o que minimizan el trabajo infantil, y que
además estimulan hasta las malas practicas de manufactura y de control medio
ambiental, produciendo desastres como el de Bhopal India en 1984, o
contaminación a gran escala como el derrame de petróleo ocasionado por British
Petroleum en el golfo de México en 2010.
Todo
este compendio de infaustos sucesos, ocurre gracias a la nula reglamentación y
legislación a nivel de los organismos multilaterales, que deberían sustituir a
los gobiernos es estos asuntos de regulación a nivel global, controlando los
manejos de las multinacionales sobre todos estos impactos, y evitando con ello
la burla sobre las leyes nacionales que continuamente logran estos súper
estados comerciales.
Un
motivo con el que logran evadir muchas de sus compromisos cuando se les exige respeto a la normatividad
vigente, es que se excusan invocando la llamada responsabilidad empresarial y
de desarrollo sostenible, pero aplicada en sus naciones de origen esencialmente
en Europa y Norte América, y totalmente desatendida en todas sus filiales de
los países subdesarrollados, aplicando la premisa de los dobles estándares.
Tecnología
limpia y de punta en el primer mundo, acompañada de estrictas leyes laborales y
de protección social, aportes a la educación y al medio ambiente; mientras en
Asia, África y latino América promueven la violencia, destruyen el ecosistema y
generan desplazamiento, como lo hemos evidenciado en Colombia en los últimos 20
años en reconocidos casos agrícolas y mineros.
Sin
embargo debido al desarrollo de los medios de transporte, de la optimización
industrial y del avance de las comunicaciones, el concepto de la globalización
comercial es el enfoque inicial del largo camino que deberá recorrer la
sociedad humana hacia la solución de los grandes desafíos y problemas mundiales,
como la súper población, el cambio climático, la disminución de la oferta de
alimentos agrícolas, la contaminación y la disminución de la fauna marina entre
otros, que nos afectarán a escala global y cuyas soluciones ya no serán de cada
país de manera autónoma, sino en confederaciones regionales, continentales o
mundiales.
Muchos
de los actuales políticos miran con mucha desconfianza los foros y pactos
regionales o continentales, puesto que se sienten amenazados en el manejo de
décadas de poder, y las soluciones globalizadas implican la perdida de la
autonomía en las decisiones políticas y económicas, pero es el precio que
tendremos que pagar en la medida que la solución a los problemas sean de
carácter mundial.
Sin
duda el concepto de la globalización dejará de ser un apartado económico, para
convertirse en el ejemplo con modificaciones, de como elaborar los manuales
mundiales para resolver obstáculos en forma civilizada y pacifica; pero por
ahora habrá que aprender de los inmensos errores y abusos con los que se ha
manejado el tema en la perspectiva comercial y legislar de manera radical, para
ponerle punto final a las extralimitaciones existentes.
La Globalización, mal utilizada, se convierte en ultraderechismo, donde todos deben seguir una ideología, un método de vida, una religión, un estilo, etc. Donde el mundo NO existe para quienes piensan diferente, actúan de otra manera, poseen limitaciones físicas y/o mentales, las mujeres, los niños, los ancianos, de diferente raza, etc.....
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