Posesión de María Fernanda campo en el 2010 Fotografía pag web presidencia de Colombia |
Ante tanta incertidumbre y desasosiego producido por la
inalterable situación de violencia que vive el país, además del cuestionable
manejo económico y la inminencia de las elecciones; decidí evaluar el desempeño
de tres de los muy educados miembros del sanedrín de Santos.
Para ello escogí a los representantes de las carteras de
defensa, relaciones exteriores y educación.
Juan Carlos Pinzón economista de la universidad Javeriana se
encuentra al frente del ministerio de defensa. Él es bachiller del colegio
Patria, liceo destinado a educar los hijos de los mandos militares en Bogotá. También
realizó una maestría en asuntos públicos e internacionales en la universidad de
Princeton y otra de economía en la universidad Javeriana, además de asistir al
programa de ciencias y tecnología de la universidad de Harvard.
Inobjetablemente el señor Pinzón posee un currículum vitae
que prestigia su intelecto, en consecuencia considero inapropiadas sus
intervenciones simplistas contrarias al desarrollo de los diálogos de paz en la
Habana; también la falta de gobierno sobre sus subalternos, deficiencias
comprobadas a través de los escándalos de corrupción en la contratación al
interior de la fuerzas militares, o con el desarrollo de programas de
interceptación de comunicaciones con aparente carácter inconsulto, realizados
hasta contra altos dignatarios de la nación.
De igual manera por sus desacertadas opiniones en contra de
las zonas de reserva campesina, o asimismo ante sus comentarios sobre las protestas
y paros agrícolas realizados por el campesinado, avivados con los errores
cometidos en la negociación de los tratados de libre comercio o debido a la
ausencia de políticas para el sector.
Es razonable que siendo el vocero de los militares realice
críticas a la insurgencia, como consecuencia de sus reiteradas prácticas
violatorias del derecho internacional humanitario, en sus enfrentamientos
contra las tropas; sin embargo resulta improcedente la generalidad establecida
por Pinzón, al señalar como instrumentos de la guerrilla o auxiliadores de
ella, a todo aquel que denuncie o proteste ante la inequidad desplegada por los
miembros del establecimiento colombiano.
Este caballero prefiere privilegiar la explotación agrícola a
gran escala de sus cofrades, en vez de apoyar la creación de minifundios a
través de las zonas de reserva campesina, bajo las reglas emanadas del INCODER;
permitiendo con ello a miles de labriegos obtener un sustento digno, y al
estado desarrollar la presencia institucional en zonas de conflicto, limitando igualmente
los espacios a los narcotraficantes, las bandas organizadas de delincuencia
común y por supuesto a la insurgencia.
Entiendo su dilema como economista que prefiere premiar al
gran capital, pero no comprendo la actitud que asume frente a la solución de
problemas al campesinado, resultándome incongruente con sus estudios en gestión
pública y conflicto interno, pues resulta obvio que la legalidad de la tierra a
través de minifundios debilita las bases de las hostilidades, acredita la
titulación de predios, adiciona nuevas bases tributarias y fomenta el crédito
bancario.
La señora María Fernanda Campo es la ministra de educación,
estudió ingeniería industrial en la universidad de los Andes y luego cursó una
maestría enfocada hacia las finanzas en la universidad Metodista de América.
Por consecuencia de sus estudios como ingeniera industrial
con maestría en finanzas, resulta comprensible que tras su estadía en el
ministerio promocione la minimización de gastos y costos, maximizando las
utilidades de las instituciones a su cargo; pero resulta ininteligible que para
optimizar tales resultados, pretenda tramitar desde hace tres años una reforma
estructural a la educación superior, provista de innovaciones entre las que se
destacan, cambiar el concepto del derecho fundamental a educarse por el del servicio a educarse, prestado a través del estado
y los particulares.
Este intento de controvertir el derecho fundamental inalienable
a educarse para todos en los niveles superiores, transformándolo en un rentable
negocio para los particulares, sintetiza el interés de limitar cada día en
mayor grado la posibilidad de los estratos populares a educarse, y dificultarlo
considerablemente para los estratos medios.
¿Por qué cómo justificar ese inusitado interés en redefinir
la educación de derecho fundamental, a servicio prestado por los particulares y
el estado?
O también como podemos interpretar el interés de asociar a
los privados en las universidades públicas con inversiones formidables; hecho
bastante osado, con propósitos manifiestos de retirar del control público a las
instituciones de educación superior.
Sin duda, este propósito reformista de consolidarse le ocasionaría
un gran éxito a la ministra entre la élite del país, pero sería un agravio para
la gran mayoría; y ante ello los estudiantes, profesores y directivos de las
entidades universitarias públicas, se han opuesto de manera tajante; por eso el
fracaso de disponer en la actualidad esta inapropiada reforma.
Así que en síntesis a la señora Campo, no le avanzó el programa bandera de su
administración, como tampoco le funcionó el concurso de los estudiantes del
país a las pruebas PISA en las que somos el hazme reír, y a pesar de ser
señalada como muy exitosa por su jefe Juan Manuel.
María Ángela Holguín, ministra de relaciones exteriores es
heredera de rancios abolengos granadinos, siendo la bisnieta del general Jorge Holguín
Jaramillo, presidente encargados en 2 ocasiones del país en 1909 y 1921 y
sindicado de haber participado en las leoninas negociaciones del tratado
Urrutia Thomson que determinó la entrega de Panamá.
Ella es egresada de la facultad de ciencias políticas de la
universidad de los Andes e igualmente cursó una especialización en la
prestigiosa organización Centro de Estudios Estratégicos y Diplomáticos de París,
además realizó una especialización en Gestión Pública e Instituciones en la
universidad de los Andes.
Maria Ángela al igual que sus otros compañeros de gabinete
exhibe un virtuoso palmarés profesional, por ello producen incredulidad sus
razonamientos superficiales y las respuestas ligeras ante el litigio con
Nicaragua; o sus desacertados comentarios sobre el porqué el gobierno desestimó
las medidas cautelares otorgadas por el CIDH a Gustavo Petro.
En esta última incursión en falso, desconoció que el capítulo primero de la constitución colombiana versa sobre nuestros derechos fundamentales, y que en el artículo 40 de dicha sección se encuentran definidas las disposiciones sobre los derechos políticos, como lo son elegir y ser elegido; principios que la ministra desconoce como derechos fundamentales.
En esta última incursión en falso, desconoció que el capítulo primero de la constitución colombiana versa sobre nuestros derechos fundamentales, y que en el artículo 40 de dicha sección se encuentran definidas las disposiciones sobre los derechos políticos, como lo son elegir y ser elegido; principios que la ministra desconoce como derechos fundamentales.
Estas singulares cualidades de los tres reputados escuderos
del actual gobierno generan un molesto tufo, ante sus acciones contrarias a las
necesidades de la mayoría de compatriotas, bien sea por su escasa conciencia
social, o porque al haber nacido en cunas de oro, los conflictos de los pobres
no los entienden ni conduelen, como efecto de no haber padecido nunca penurias y
en consecuencia es imposible que interioricen sus efectos; lo que me ocasiona
un tremendo malestar, pues asumo que estamos muy mal gobernados.
En Colombia, la MERITOCRACIA NO existe....
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