Fotografía Jakub Krechowicz
En
una amplia entrevista para el diario el País de España, Joe Stiglitz, premio nobel
de economía 2001 y ex director del banco mundial, conceptuaba como la política
de austeridad impulsada en Europa y cuyo modelo promueven los republicanos en
Estados Unidos, estimula y acrecienta la desigualdad, norma que ya hasta el
FMI, condena por elevar la inestabilidad.
Alertas
como esta, las ha promulgado el también premio nobel Paul Krugman, sin
encontrar mucha repercusión en los empresarios, banqueros e industriales,
además de los políticos con amplio poder
nacional o multilateral.
Lo
estremecedor de este discurso es que el los últimos 28 años los beneficios por cápita
de la clase media profesional y de la clase baja obrera, han disminuido de
manera constante aun en países muy
equitativos como Canadá, mientras han aumentado de manera incesante con
considerables auge los ingresos para el segmento mas favorecido de la sociedad,
el famoso 1% del que se habla hoy en día con asiduidad.
Un
reciente estudio del gobierno Alemán, estimó que los activos netos del sector
privado habían crecido en 1.4 billones de Euros, entre los años de 2007 a 2012,
pero haciendo hincapié que la mitad de este incremento había beneficiado solo
al 10% del total de la población de este país.
Aun
en la nación del sueño americano, la evolución de los ingresos a partir de 1980
hasta el año 2010 refleja un leve incremento al pasar de US 45mil anuales en
1980 a US 49.445 en el 2010, para la clase media baja, sufriendo un claro
retroceso desde el año 2000, cuando esta cifra era de US 53.164.
En
nuestro país en el que se debate abiertamente loa avances en el crecimiento de
la clase media y la disminución de la
clase pobre y los pobres extremos, resulta atractivo analizar como la variación
de los salarios no ha mostrado una mayor modificación, mostrando un
comportamiento de mínimos incrementos en el Valle del Cauca e incrementos
moderados en regiones como la central.
Toda
esta paradoja económica, basada en la búsqueda sin moderación del apogeo de las
utilidades empresariales, solo deprime aun más la demanda de bienes y servicios,
iniciando tal racionamiento con los bienes suntuarios hasta limitar los de
primera necesidad.
Coyuntura
que se evidencia sin objeciones en el largo y ruinosos ciclo económico, que hoy
por hoy soportan los habitantes de la gran mayoría de naciones europeas y los
Estados Unidos; al punto que ha ocasionado la aparición de tímidos levantamientos
de protesta ciudadana, como el movimiento (ocupemos Wall Street), que
lamentablemente aun no se han encausado como herramientas políticas. Además ha
generado toda una serie de estudios y análisis por parte de los eruditos económicos
de corte liberal, quienes pronostican más debacles sociales y económicas de no
corregirse el curso de estas medidas y acciones.
A
pesar de todo esto, resulta muy cuestionable la indolente actitud de los
estrategas económicos oficiales, quienes no se interesan mas que en medir de
manera académica y racional (econometría Pura), los millones de seres pobres, indigentes o de
clase media, sin plantear soluciones estructurales y precisas para romper estos
absurdos círculos viciosos en los que ha caído el capitalismo desde los años
80S.
Observando
las explicaciones teóricas del economista Roberto Angulo, antiguo secretario
técnico de la misión equidad y movilidad social de la Dirección Nacional de
Planeación, da desconsuelo al leerle y comprender como desde su elevada
posición solo puede entender la situación de la pobreza como la suma y resta
de factores técnicos, que no representan de modo alguno la calidad de vida o el
estado de bienestar con el que la gente debe subsistir; porque de acuerdo a sus
rigurosos conceptos después de los 800 mil pesos mensuales (US 444) un
colombiano ya clasifica en la clase
media a sabiendas que la solo vivienda costaría mínimo US 222 mensuales;
otros estudios sugieren este límite entre el 1’ 300.000 mil pesos (US 722) a
los 3’200.000 mil pesos (US 1777) mensuales, lo que de igual manera abre la
posibilidad de teorizar sobre la realidad del perjuicio o el beneficio que medidas
regresivas sobre el salario causen al desenvolvimiento de la economía como tal.
Finalmente
si economistas como Krugman , Stiglitz y los europeos asociados al Laboratorio
Europeo de Anticipación Política, advierten que este camino de austeridad nos
lleva directamente a nuevos ciclos de recesión y tal vez a una gran depresión;
estimo que los políticos en todas las latitudes, deberían preocuparse ahora por
negociar con los dueños del establecimiento (industriales y banqueros que
componen el 1% de la población mundial) para recuperar la capacidad de consumo
de las clases asalariadas, pues en esta inmensa crisis los únicos que continúan
percibiendo aumentos sostenidos en sus ganancias, son los socios de este
exclusivo grupo del 1%, como claramente lo muestran los diversos análisis realizados
en Europa y América en general.
Sé
que este tipo de demandas, como la que establezco hoy, poca oportunidad tienen
de tener éxito o al menos de ser tenidas en cuenta, pero guardar silencio tampoco
colabora en buscar que regrese algo de sensatez entre muchos de estos hombres
que pertenecen a la clase dominante.
No
es un discurso de apología a la guerra de clases, es simplemente una invocación para
recordar que vamos por el camino menos adecuado para disminuir la desigualdad, y
evitar costosas manifestaciones de violencia mundial en el futuro.
En Colombia, mientras el salario mínimo sufre las inclemencias de contrarrestar la inflación, los salarios de ejecutivos, gente de gobierno, poder legislativo y judicial aumenta espiralmente....
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