El cruce de Rafah, salida de heridos a Egipto |
Esta táctica además cuenta con un
aliado que estremece la sensibilidad humana, como lo es el abuso con imágenes
fotográficas y en vídeo, que exhiben los crueles retratos de la muerte en combate
o en condiciones de extremo terror.
Si bien en esta reflexión no solo me
referiré a las horribles imágenes de la guerra que se desarrolla en Gaza o a
las catastróficas fotos del malogrado vuelo de Malasia Airlines; en ella también haré
mención del uso de registros fotográficos morbosos del pútrido conflicto
interno colombiano.
De esta manera comienzo con el
recuerdo de la obsesiva campaña en contra del proceso de diálogos con la
insurgencia, en la que se han utilizado imágenes provistas de la saña e insania
con la que procede la insurgencia colombiana en contra de sus adversarios.
Entre estos registros se usaron unos que contenían los rostros ensangrentados y desfigurados de unos
oficiales del instituto penitenciario de Colombia, abatidos por la guerrilla
tras una cobarde emboscada.
¿En dónde quedó el respeto por el
dolor ajeno, representado en la angustia de padres, familia e amigos y la
consideración por los hombres sacrificados?
¿No fue suficiente con entregar su
vida? O ellos podían ser usados con fines netamente políticos, basándose en el
argumento de la degeneración del conflicto y enardecer a la opinion pública, sin la autorización de familiares o
amigos.
En Kiev Ucrania hace unos meses en
plena lucha por deponer al presidente en ejercicio en esa entonces, se desató
una reyerta entre las fuerzas aliadas a ese político y sus contradictores con un
saldo de heridos y muertos considerable. La prensa europea en medio del fragor
de la lucha registró en imágenes la crueldad de los combates y aparecieron fotografías
muy indecorosas que magnificaban la truculencia de los enfrentamientos; ello
provocó el rechazo del público, además de las asociaciones de periodistas que
cuestionaron hasta donde era permisible publicar imágenes sin injuriar a las
víctimas y sus familias.
En Gaza, Hamas y los periodistas
afectos a la causa han invadido el ciberespacio con las dantescas fotos de
infantes mutilados por las bombas israelíes; estas ilustraciones gráficas
manifiestan la barbarie e inhumanidad de ese conflicto y son hasta cierto punto
necesarias de difundir. Pero de otro lado despiertan la sospecha si el martirio
de estos civiles, no es mas que una estratagema política para ganarle al
contrario la carrera de apoyos políticos y la de sensiblería entre la opinión pública
europea y norteamericana.
El acto de terror en contra del vuelo
de Malasia sobre territorio de Ucrania, también muestra esa absurda
caracterización de un combate anarquizado que va cayendo en la degradación
absoluta con el total desprecio a las normas mínimas de derechos humanos;
convirtiendo a 298 personas extranjeras y ajenas a ese conflicto en inmolados
fortuitos para el uso de estrategias políticas que desacreditan al grupo
opuesto. En el ambiente de este horroroso hecho flota que bando obtiene más
beneficios con la ejecución del insano hecho.
¿A qué nivel de degeneración
avanzaremos?
¿Es justo que seamos usados vivos o
muertos como marionetas de conflictos e intereses que distan mucho de proteger
a las mayorías que sus causantes aclaman amparar?
¿Querrán los habitantes de Gaza
martirizar a sus hijos en favor de los intereses políticos de una dirigencia
radical y serán conscientes de ello?
¿Aprobarían los amigos y familiares de
los asesinados por la insurgencia que sus deudos sean botín mediático para magnificar
las pretensiones políticas del colectivo que es opuesto a estas conversaciones?
¿Habrán deseado los pasajeros del
vuelo derribado, ser los sacrificados de una causa absurda entre pro-europeos y
pro-rusos en Ucrania?
Por supuesto que la respuesta a estos
cuatro interrogantes es un no absoluto.
Ante ello solo nos queda reflexionar
que aun con todos nuestros adelantos y tecnología, seguimos siendo unos
barbaros irracionales que resolvemos muchas de nuestras diferencias aniquilando
a otros humanos sin la menor misericordia.
Los invito a realizar sus propias consideraciones
y a opinar si así lo desean.
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