Catatumbo Colombia |
Fotografía Web Ministerio de Agricultura
Situaciones acaecidas en los últimos meses ratifican el juego
sucio con el que el notariado procura mantener para si el monopolio del poder;
desde la revocatoria al alcalde de izquierda moderada Gustavo Petro, auspiciada
por un congresista del partido de la U, hasta la veloz investigación orquestada
desde la procuraduría por el cambio en el modelo de recolección de las basuras
en Bogotá de privado a público, lo cual implica posibles faltas de la primera
autoridad capitalina, y que amenazan con una suspensión temporal o definitiva
del cargo, aunados estos eventos a la deslegitimación y al embuste auspiciado
por altos mandos en el gobierno sobre el derecho de los campesinos del
Catatumbo a obtener una zona de reserva campesina, o la presunta invalidación con
decretos de la decisión en las urnas de los pobladores de Piedras Tolima, que
rechazaron la incursión de anglo Gold Ashanti en su municipio; son estas acciones,
descripciones manifiestas del singular modo como los dueños del establecimiento
colombiano y sus subalternos dentro del gobierno, amoldan lo que vaya en contra
de sus inmensos y particulares intereses.
Lo indecente en todas estas determinaciones es observar cómo
se llega al extremo de desconocer la legislación que ha estado imperando,
introduciendo nuevas normas redactadas para modificar el orden legal y así
favorecer a sus partidarios y benefactores, que son minorías que sobreviven
amparadas por el sistema que nos gobierna, mientras de otra parte estas mismas decisiones
esquilman y explotan a la mayoría de habitantes del país.
Entre tanto se habla de diálogos de paz en la Habana, aun
bajo las dudas y el cuestionamiento de gran parte de la sociedad, se conspira
contra ella al fomentar nuevas injusticias de carácter social, negando alguna
posibilidad de acceder a la propiedad y titularización de la tierra en
minifundios para los campesinos del Catatumbo o fomentando la degradación de
las aguas de regadío de extensos plantaciones de arroz y del consumo humano
para los campesinos de Piedras en el Tolima, al apoyar con nuevos decretos las
aspiraciones de la multinacional sudafricana, para ello controvirtiendo los
deseos de los habitantes de esta región de la patria.
Como se pueden leer y entender estos contrasentidos, conversar de paz pero igualmente de fomentar
la guerra, a través de decisiones que maltratan a la mayoría y favorecen a muy
pocos que se hayan en el extremo más rico de la sociedad, únicamente
justificando este accionar en la codicia de este puñado de colombianos, para
quienes el interés económico personal se encuentra por encima del resto de
ciudadanos, porque la inmediata consecuencia de delimitar una zona de reserva
campesina es que restringe las zonas de desarrollo agroindustrial perjudicando
la existencia de los grandes latifundios dedicados al cultivo de la palma de aceite o evitando las acciones de
monopolizar tierra a bajo precio, como los hechos que involucraron al ingenio
Castilla Riopaila denunciados por uno de sus accionistas; comprendiendo bajo
estos argumentos que esta es la razón
que promueve el desinterés del gobierno Santos en fomentar en el Catatumbo el
desarrollo de los minifundios, pues prefiere
como objetivo favorecer a los grandes cultivadores de palma.
En cuanto a la Colosa, la mina de oro en la que la
multinacional sudafricana ya ha hecho cuantiosas inversiones, es sin duda un
monumental negocio para la empresa sus accionistas y empleados colombianos,
pero no para el resto de pobladores de la nación, todo como consecuencia de los
niveles de tributación y de regalías exiguos, cuestionados ampliamente por
expertos tributarios que han identificado la gran debilidad en nuestras leyes
que no tienen los instrumentos para auditar los reales niveles de explotación
minera, razón que permite a las multinacionales a declarar lo que deseen de
cuanto extraen del subsuelo y distraernos con sus compromisos de
responsabilidad minera y empresarial.
La explotación minera siempre agrede los ecosistemas, y con
mayor razón al bosque andino que es tan vulnerable, además de ser la cantera de
las aguas que surten varios acueductos veredales, fluyendo con todos sus ríos
hacia el valle del Tolima, zona agrícola colombiana dedicada al cultivo del
arroz, producto básico en nuestra dieta, motivo suficiente para negar el uso
del agua para usos tan peligrosos como el tratamiento y refinación del oro con
cianuro u otros metales.
Así que el discurso de los ministros de santos, tildando de
extremistas y de terroristas a quienes se atreven a disentir o cuestionar estos
desmanes legales resulta incoherente, ante las pruebas y el sentido común que
nos enseña que la razón en ambos asuntos esta de lado de las comunidades
afectadas, puesto que arroz con cianuro, como resultado del riego con aguas
contaminadas no es un asunto ni siquiera para evaluar, o negar que la
adjudicación y titulación de tierras en el Catatumbo resta argumentos a la
práctica ilegal de sembrar coca y amapola, o de fomentar grupos al margen de la
ley como guerrillas o autodefensas es absurdo, pues la consecuencia es que la legitimidad obliga al
mismo estado a realizar presencia en la zona con todos sus instituciones,
acabando con el ininterrumpido olvido en el que se ha hallado esta zona del
país, argumento impulsor de todos estos problemas desde hace 5 décadas.
Es muy grave que todas estas dificultades sociales que
enfrentan las grandes mayorías sean percibidas por la elite gobernante como
asuntos de individuos desadaptados sociales, incapaces y holgazanes que solo
aspiran a los regalos y subsidios del estado; cada episodio debe ser analizado
y examinado con celo extremo, para así comprender los orígenes y la evolución
de estas crisis y conflictos, so pena de cometer errores de juicio que deshumanizan
más a nuestra sociedad y encaminan a toda la nación por caminos muy inciertos.
Solo resta aguardar con optimismo, que esta inverosímil
manera de evaluar el descontento social disminuya o se revalúe, ¡así! para aquellos
que deben tomar las grandes decisiones resulte imposible comprender desde sus
elevadas posiciones que los pobres son mayoría y no pertenecen a esta
consideración social por gusto o holgazanería, y mas bien si son el resultado
de aplicar cíclicas políticas para negarles todo derecho y alguna posibilidad
de mejorar o prosperar.
En un país donde el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible son estorbos para el Cuarto de San Alejo, nada bueno se puede esperar....
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