Fotografía pagina web estado de New Jersey
Nos vanagloriamos todo el tiempo de nuestros colosales
progresos tecnológicos, en comunicaciones, medicina y electrónica en general,
además cada vez se sofistican los sistemas para matar, drones (Aviones sin
piloto), armas laser de gran potencia y precisión, aviones de estructuras
indetectables al radar y ahora hasta destructores con estas características
construidos por encargo de la marina de guerra norteamericana.
El sistema financiero internacional esquilma a países deudores
y ciudadanos por igual sin el menor asomo de clemencia.
Los políticos se reeligen por doquier en un desmesurado afán de
conservar sus posiciones de poder y gloria.
Los industriales despiden a millones de trabajadores en su
desproporcionada pretensión de incrementar sus rendimientos y utilidades, justificándose
con el supuesto exceso de los costos laborales, pero no entran a considerar que los
desempleados son parte de la fuerza consumista mundial, establecida por nuestro
deshumanizado sistema capitalista que persiste en conducirnos a un peligroso
desbalance entre la clásica doctrina de la oferta y la demanda de bienes, que
se deprime cada día mas como consecuencia de la pérdida parcial o absoluta de
gasto en los hogares, que finalmente no arrastrará a una interminable serie de
quiebras y de más ruinas y miseria.
Curiosamente ante toda esta muestra de insensibilidad y
deshumanización por el prójimo, además del notable desborde de la soberbia,
pausadamente la naturaleza nos viene recordando la total desprotección en la
que nos encontramos frente a ella y como no somos indestructibles como especie
en el planeta tierra.
Huracanes descomunales, como el huracán Sandy acaecido sobre
las costas de New York y New Jersey en
octubre de 2012, zonas inmensamente pobladas y que aparecían como de poca
probabilidad de ser afectadas por un acontecimiento
meteorológico de esta categoría; terremotos con replicas enormes a través de
toda la cuenca del pacifico, desde Chile hasta Alaska y desde Rusia hasta los archipiélagos
del pacifico asiático, como el último de escala 8 en la islas Salomón.
En esta semana que concluyó, un evento astronómico de carácter incontrolable
e imprevisible sobre los montes Urales en Rusia, nos evidencio como la
naturaleza nos puede dejar en jaque en segundos y sin posibilidad de una respuesta
de protección adecuada ¿Se imaginan este
acontecimiento a menor altura y en una capital de Europa o Norteamérica densamente
poblada?
Si alguna amenaza natural de estas se ensañase con alguna
gran ciudad, no habría refugio ni dinero suficiente para evadir con absoluta
seguridad los fatales alcances de un evento de esa magnitud.
Manifiestamente y con gran sabiduría la naturaleza nos quiere
recordar cómo somos de insignificantes y que podemos perecer en un instante, y
con ello toda nuestra gran soberbia, codicia y poder; además así no lo queramos
admitir nos falta mucha humildad para encarar los desafíos que como raza tendremos
que enfrentar con mayor asiduidad.
Pero en medio de todos estos ejemplos de insensibilidad y ego
desbordado, surge de parte de uno de los hombres más poderosos del mundo una ejemplar
prueba de profunda modestia, al renunciar a su privilegiado puesto de pastor
principal de la poderosa iglesia católica romana.
El cardenal Ratzinger ha hecho la mejor labor de su papado al
renunciar, demostrando con ello que nadie debe atornillarse en el poder y menos
considerarse con cualidades mesiánicas irremplazables en cualquier cargo de dirección.
Ojalá esta insospechada decisión del papa Benedicto XVI
sirviese de modelo para toda esta fauna de políticos iberoamericanos
fracasados, que se afianzan en el poder usando toda suerte de artificios que su
posición les permite otorgar, entre ellos el populismo y la demagogia.
Por lo demás confío en que pronto llegará un reconocimiento
por parte de los líderes financieros, industriales y políticos para reordenar
la dirección de los parámetros ambientales, sociales y económicos evitando con ello
provocar una crisis mundial de la que no podamos recuperarnos, amenazando
nuestra supervivencia como especie.
El ser humano es muy frágil porque mira las debilidades de los demás y de su entorno, sin tener en cuenta que la vida le pasará tarde o temprano cuenta de cobro....
ResponderEliminarUff! qué palabras Carlos, profundas y que nacen desde un ser indignado que quisiera en sus manos tener la posibilidad de poner orden a un mundo que cada día avanza a un hondo abismo. Un abrazo
ResponderEliminarvalorizacion
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