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El presidente de Francia Y lideres Árabes |
Las opiniones y posiciones éticas que
han emergido ante la crisis de la revista Charlie Hebdo en Paris, anima a
plantear los diversos interrogantes entre legales, morales, religiosos y sobre
derechos fundamentales envueltos en esta penosa situación.
Un primer cuestionamiento nace a
partir de como el radicalismo de cualquier tipo llamase musulmán, de izquierda
radical, nacionalismo a ultranza o cualquier vertiente extremista se aprovecha de nuestros sistemas legales, liberales y abiertos para realzar sus hazañas
siniestras con la certeza que ese sistema de leyes y derechos les van a
proteger. Violan hasta los más elementales derechos fundamentales de sus
víctimas, pero exigen el máximo respeto para ellos y sus causas.
Una segunda controversia se establece a
partir de hasta dónde debe llegar la libertad de expresión y cómo esta no debe
agredir a los practicantes de credos religiosos o seguidores de ideologías o
creencias políticas contrarias a las de quien se manifiesta con una viñeta o
una opinión.
Además como una derivación de la
segunda propuesta, es necesario determinar si la amenaza encubierta y solapada
es suficiente razón para reprimir las opiniones contrarias a algún sistema
político o credo ¿Y así por el simple temor debemos agachar la cabeza a la
amenaza del extremismo musulmán o de cualquier índole?
Parece necesario que en la actualidad
iniciemos una revisión a nuestros sistemas legales y de derechos con una
reciprocidad a la injuria o el atentado cometido. Si alguien degüella gente o
la fusila en un estado de total indefensión no debería ser tratado con la
civilidad que niega a sus víctimas. Si el credo musulmán en alguna de sus
vertientes protege tales hechos, entonces que los creyentes de Mahoma definan
si viven bajo nuestros parámetros legales en nuestros países o de lo contrario
que regresen a sus naciones en donde tales episodios son conformes a la ley.
Así de esta manera aclaramos quienes viven bajo nuestras reglas y quienes no, y
en ello debemos practicar cero tolerancia.
Pero igualmente es necesario
determinar hasta donde es pertinente y apropiada la sátira agresiva, además de examinar
a partir de donde el sarcasmo se transforma en hostigamiento y ofensa que
desenlaza acciones violentas como los hechos acaecido en París.
¿Tendrá un límite la libertad de
expresar críticas, de ironizar leyes y códices o cuestionar modos diferentes de
pensar?
En la búsqueda de la tranquilidad y de
la tolerancia, considero necesario que estos cuestionamientos se debatan en
paneles de organismos multilaterales, de tal manera que se establezcan límites
razonables a estas polémicas premisas que he expuesto hoy.