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Marchas de Trabajadores |
Congestionadas marchas del 1 de mayo reclamando derechos
perdidos o demandando legítimas retribuciones salariales y pensionales,
colmaron calles y plazas en muchas ciudades del mundo con motivo del día
internacional del trabajo, caminatas salpicadas con algunas escaramuzas y
adornadas con discursos enardecidos, elaborados por fogosos caballeros que
caducan como líderes al no obtener resultados concretos.
España con cerca de 6 millones de desempleados colmó sus
ciudades de caminantes protestando ante el cinismo de un fracasado Mariano
Rajoy, conductor de las políticas económicas y sociales mas erráticas de toda
su historia moderna, este hábil político no teme a sus detractores ni a sus
electores y además no posee vergüenza ante la desesperanza y el agobio al que
ha sometido a todos estos desdichados de tal manera que las marchas no lo
intimidan.
Colombia estado inequitativo por costumbre instaurada desde
su fundación y conducido con la incompetente teoría neo-liberal sin asomo de
cambios, marchó con múltiples muestras de protesta, en busca de las
reivindicaciones salariales y de seguridad social integral, pero al igual que
en España la pasividad ciudadana y la falta de perseverancia de los dirigentes
obreros, no facilita que las justas reclamaciones expuestas durante las
caminatas trasciendan y se enfoquen en verdaderas soluciones negociadas con el
estado y los empleadores.
Siempre me he cuestionado porqué somos tan débiles de
carácter ante los innumerables problemas comunitarios que deterioran nuestra
calidad de vida, además de cuál es la causa para que el grueso de la opinión
pública no se motive ni aún para
escribir una nota de protesta, acompañar una caminata, realizar un plantón,
apagar el teléfono móvil y menos apoyar una desobediencia civil.
Si como sociedad civil no manifestamos nuestra inconformidad
contra los desmanes adjudicados al estado y nuestros dirigentes, entonces para
que nos lamentamos en todas nuestras actividades sociales; a todo momento
clamamos por el elevado costo de los combustibles que crece cada mes, por las aberrantes
prácticas corruptas que día a día resplandecen con mayor actividad además de
reclamar por los abusos autoritarios del procurador, por los excesos verbales
de Uribe, por la deslealtad de Santos ante promesas de su campaña, por la
pusilanimidad de alcaldes y gobernadores que administran los recursos para
satisfacer a sus aportantes financieros y padrinos políticos; pero de ahí no
trascendemos, evitándonos así con ello
el consabido esfuerzo de proteger el bien común, que aún no comprendemos es la
propiedad colectiva, que al ser despilfarrada genera una pérdida financiera
para todos.
Pocos colectivos tienen el valor de reclamar con vehemencia
sus derechos y de exigir a sus líderes por los deberes cumplidos a cabalidad,
como si ocurre entre algunos de los pueblos árabes; pareciese que es una
postura común en occidente, arrepentirnos y contrariarnos por los hechos acaecidos, sin asumir la
responsabilidad de enfrentarnos ante las conductas indebidas o la inmoralidad
en la gestión de los recursos públicos.
Elección de funcionarios con conductas polutas en Colombia, desahucios
viles en España y Estados Unidos, desalojos y desplazamiento violentos por el
control de la tierra en Colombia, abusos de la fuerza pública por toda
Latinoamérica, inoperancia del sistema policivo y judicial mexicano ante la
inaudita violencia de la mafia de ese país en contra de los periodistas y sus
familias; son todos acontecimientos que forman parte de un interminable rosario
de acciones innobles, que leemos o seguimos por la televisión despreocupadamente
mientras no nos atañen dichos asuntos.
Débiles y pasivos, es ahí en donde radica nuestra
incomprensión del esfuerzo comunitario, solos somos totalmente frágiles, unidos
podemos ser muy persuasivos y convincentes.
La decisión correcta está en nuestras manos, no más
lloriqueos cobardes, se requiere solo de actitud luchadora ante lo
aparentemente imbatible, puesto que todo problema es franqueable.
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