A raíz de que ayer sábado se conmemoró un aniversario del fallo jurídico que eliminó la segunda reelección de Álvaro Uribe, de los accidentados sucesos en el rescate de los últimos secuestrados liberados por la guerrilla y que en la semana que concluyo se celebró en Buenos Aires, Argentina un foro sobre haciendo la paz en Colombia, con la asistencia de defensores de derechos humanos, catedráticos y políticos liberales, me he hecho hoy este cuestionamiento.
¿Querrá todo nuestro colectivo social efectivamente la paz? Analistas, violentólogos, políticos, militares, policías, guerrillas, bandas criminales, terratenientes, narcotraficantes, agro-industriales, ganaderos y Colombianos del común son la amalgama que conforma nuestro estado.
Pero cuando muy profundamente me siento a pensar en los intereses de cada una de estas facciones del conjunto social, me comienzan a entrar dudas y preguntas. Solo aplicando mi sentido común y el conocimiento personal de algunos integrantes particulares de estas facciones, emitiré un concepto netamente propio.
Los militares siempre han sido cuestionados como una de las agrupaciones menos interesadas en el término del conflicto, porque ellos gozan de prebendas económicas por el servicio en orden público, léase jubilaciones más tempranas y otros beneficios; adicionalmente con el notorio aumento del pie de fuerza se establece la necesidad de escoger a más individuos para ocupar las altas dignidades de la pirámide militar (A más soldados, más generales) por lo que mirándolo de esta manera tendrían ellos todos los motivos para mantener vivo el enfrentamiento con las guerrillas y bandoleros.
Los narcotraficantes al estar en medio de un conflicto que entretiene a militares y policía tienen el beneficio de ser tratados con indiferencia, por la incapacidad logística de atacar tantos flancos a la vez, así que a esta heterogénea comunidad tampoco le interesa que amaine la guerra.
Los políticos, quienes con la aprobación o no de las leyes tendientes a beneficiar a las victimas y a los expropiados violentamente por la lucha armada, le mostraran a la sociedad su voluntad real de paz y si realmente legislan para sus camarillas o para el beneficio del país entero. Como estas leyes aun están en discusión no haré un veredicto.
Terratenientes, ganaderos y agro-industriales estos grupos de poder todos sin excepción han sido vinculados al desplazamiento forzado, aun es mas hay investigaciones en la fiscalía contra cultivadores de palma Africana y otras asociaciones por su fomento a grupos paramilitares y expropiación violenta de la tierra, así que a estos Colombianos tampoco les interesa mucho el fin de la contienda.
Guerrilla y bandas criminales, estos compatriotas que han nacido y crecido en la violencia, que no conocen mas lenguaje que el poder de un fusil y que no dominan otro oficio diferente al disparar, asaltar, violar y destruir la vida de gente inocente con su consecuente sensación de poder; difícilmente se les va a poder convencer de integrarse a una sociedad que ha incumplido ya en otras veces con esos procesos de reinserción y que honestamente poco les ofrece a cambio de abandonar sus hábitos de violencia y poder.
Con todo el respeto por los señores violentólogos y analistas del conflicto, si se acabasen las hostilidades, a que se podrían ustedes dedicar; si mensualmente se invierten miles de pesos en congresos auspiciados por ONGs Y Organismos de la Unión Europea y Naciones Unidas, además se gastan litros de tinta ilustrándonos de la historia, fundamentos y raíces indeterminadas de un confrontación de 163 años; con la cuestionable observación que a pesar de los estudios, análisis y conceptos nunca le han ofrecido a la sociedad en general un plan con objetivos, argumentos y soluciones reales y concretas para tomar esa vía de la paz.
¿Y nosotros los del común, los de a pie queremos realmente contribuir? La verdad a la mayoría el tema le parece abstracto, harto, responsabilidad de los políticos y las fuerzas del estado pero no de nuestro resorte, pero ¡Ha! Como olvidamos que esta violencia está inserta en nuestro subconsciente colectivo, que la pasión y el exceso nos consumen; que la intolerancia general ocasiono el 37% de las muertes en Colombia en el 2010, esta cifra solo comprueba que poco o nada hacemos por ayudar a avanzar en la solución de la violencia, los ciudadanos de este país.
Así al leer las proclamas y conclusiones del evento realizado en Buenos Aires, me cuestiono si las buenas acciones y palabras emitidas por estos catedráticos y defensores de derechos humanos tendrán eco en esta sociedad Colombiana anestesiada, insensible que aprendió a vivir en medio de esta guerra no declarada.
Termino invitando a los lectores a exponer ideas o soluciones tendientes a despertar al grueso de la población y a tomar de verdad partido con las soluciones que nos encaminen a finalizar las hostilidades.
Pensaria que la mirada ciega de los intereses dominantes es la que prima!a nadie le importa lo que no lo afecta, indolencia!
ResponderEliminarCarlos, tienes toda la razón; este Conflicto Colombiano representa un Negociazo para todos los Actores, puesto que las arman traen violencia, la violencia derrama sangre, a su vez ésta hace que la gente proteste. Inclusive, las ONG´s prácticamente subsisten de los Conflictos.
ResponderEliminarSi casi 9 millones de personas votaron por Santos solo porque continuaba el proyecto uribista (y es verdad, solo que es el mismo proyecto que los dueños del país han implementado con Pastrana, Samper, Gaviria, etc., etc.), proyecto de Guerra a veces con lenguaje de paz, se podría deducir que la gente no quiere la paz... Pero no por eso hay que dejar de predicarla... Además eso no es exclusividad de Colombia. Si en Africa, Asia y Europa se ha logrado, también aquí los rentables intereses de la guerra se pieden volver rentables intereses de la paz... Y si no se logra nunca, tampoco importa... seguiremos sembrando vientos y cosechando temprestades...
ResponderEliminarYo estoy de acuerdo, como en todos los conflictos, en el de Colombia hay mucha gente que se ve beneficiada por ellos. No es de extrañar que mucha de esta gente constituya obstáculos importantes para superarlo.
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